Año CXXXV
 Nº 49.365
Rosario,
domingo  20 de
enero de 2002
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Cinco creadores analizaron estrategias ante la crisis actual
El desafío de imaginar siempre nuevas reglas para el teatro
La idea de encarar acciones conjuntas surgió como una de las necesidades más urgentes

Rodolfo Bella

Cinco directores de teatro con diferentes estéticas y trayectoria, algunos de ellos con sala propia, todos con una producción constante, dialogaron con Escenario sobre las nuevas condiciones que imponen la situación socio económica a la cual el teatro no puede ser ajeno, justamente por ser uno de los flancos más vulnerables de la cultura. Rody Bertol, Lauro Campos, Mónica Discépola, Enrique Gabenara y Cristina Carozza coincidieron en que se debe continuar proyectando, pero mostraron la necesidad de revisar algunas reglas del juego. Estrategias grupales, ciclos, trueque, teatro a la gorra y en bares, marketing o mejor distribución del dinero, fueron términos y conceptos destinados no sólo a ampliar la perspectiva, sino también a optimizar o imaginar nuevas posibilidades para un futuro que se presenta incierto.
-¿Cuál es el panorama que se presenta para el teatro a partir de los cambios económicos?
Mónica Discépola: Tampoco fue fácil en los últimos tiempos. Creo que ahora se va a complicar, no se cuánto y cómo, porque estamos en un momento inestable y no se sabe cómo se dispara todo esto.
Cristina Carozza: Pienso que todos tenemos proyectos y más allá de los problemas, me planteé no dejarlos.
Lauro Campos: La cuestión es acomodar los proyectos a la realidad. Uno tiene que trabajar como siempre, y tal vez, con mayor generosidad. Hacer las cosas con la mayor eficacia posible y el menor precio de entrada que se pueda.
Rody Bertol: La cuestión es distinta según desde dónde te ubicás. Una cosa es pensar nuevas estrategias en relación a una obra y otra es pensar en relación a ser propietario de una sala. Lo primero que pienso es que es una catástrofe y lo peor que nos podría pasar es querer negarla e imaginar que esto que está pasando no nos va a afectar definitivamente algunas cuestiones de la cotidianeidad del trabajo. A nivel de las Estrategias en relación a una obra uno puede pensar en poder trabajar a la gorra, en ser mucho más generoso, poder trabajar con el trueque. Creo que hay que imaginar nuevas estrategias. También es importante la acción del Instituto Nacional del Teatro y la continuidad de los subsidios a las salas.
Discépola: El subsidio permite a los elencos trabajar sin riesgos por tener que pagar un seguro de sala. De cualquier manera el instituto da un piso mínimo para funcionar, pero el instituto solo no alcanza. Hay que generar recursos. No es la solución de todo y tal vez tampoco deba serlo.
-¿Qué significa eso?
Discépola: Que el instituto debe ayudar a producir, pero que no hay que quedarse en que te pague todo. Hay que poder generar. Es la discusión de siempre: cómo generar un nuevo público, abrir ese abanico que sigue siendo reducido en general a un grupo determinado de gente que le interesa, y poder hacer atractivo al teatro.
Enrique Gabenara: La situación me asusta un poco porque ya venía bajando la media de espectadores, pero no sé qué va a pasar ahora. Estamos pensando en hacer teatro a la gorra porque económicamente puede ser algo más viable. Es algo que comprobamos en el ciclo "Noviembre teatral".
Campos: Yo no intervine en esa experiencia, la apoyé moralmente, pero yo no puedo porque encender la luz me sale 30 pesos la función.
Gabenara: Nosotros tuvimos funciones viernes, sábado y domingo y funcionaron bien, pero en realidad tuvimos mayor cantidad de gente pasando por la sala, aunque hayamos recaudado menos.
Carozza: Es importante pensar que una salida es trabajar a la gorra, pero tampoco es la solución, puede ser una posibilidad más para para de captar otro público.
Campos: Este momento es un interrogante tan grande que uno tiene miedo de ser un estúpido ilusionado o no saber insertarse en la realidad, que es lo más terrible que nos puede suceder.
Discépola: Hay algunas cosas que uno puede pensar como estrategia porque exceden a lo teatral, algo que se está dando en todo el campo social, en el sentido de poder tener objetivos comunes que se salgan de lo específico, como el trueque, pensar en formas cooperativas, hacer publicidad y técnicas compartidas e insistir en la difusión que es fundamental para nuestro trabajo.
-¿Concretamente faltaría una fusión más plural de los grupos para establecer esas estrategias?
Bertol: Sí. Una de las grandes deudas que tenemos nosotros mismos es que no contamos con un gremio representativo para encarar estrategias comunes y que el teatro pueda cumplir una función social. Creo que la principal estrategia es no marginarnos y creer que acá no pasa nada. Tenemos que recurrir al máximo ingenio para encontrar otros recursos de convocatoria.
Discépola: Acá no hay una instancia que nos agrupe orgánicamente ni una coordinadora.
Bertol: Creo que la agrupación será quizás como un acto desesperado de encontrar esos recursos y poder sostenerse, y ya no tanto por una cuestión de una conciencia ideológica de lo gremial. Eso tiene que ver con lo que está pasando en mucho campos. Creo que este año habrá más ciclos o el lanzamiento de algún tipo de agrupaciones.
-¿En esta coyuntura, el presupuesto para Cultura es una prioridad?
Campos: Es difícil pensarlo cuando hay gente que tiene hambre. Es difícil pensar eso y decir que Cultura tiene que tener su presupuesto. Creo que el hombre es indivisible y no sólo un hombre que come.
Bertol: No creo que sea un problema de presupuesto, sino de distribución, como también pasa con los programas asistenciales, alimentarios. Creo en una buena distribución y en pensar en la utilización de otra manera de esos recurso de cultura.
Discépola: Hay que ser creativo, aunque suene remanido. Sería tonto pensar que no haya recortes en la cultura cuando hay recortes en todo. Más vale que nos va tocar y está bien que así sea dentro de esto que está pasando. Creo que hay que pensar muy bien cómo usar la plata. Por eso insisto en pensar en una difusión organizada, inteligente. Eso también implica una política cultural en cualquier instancia: desde una asociación de actores, los municipios, la provincia, el instituto, nosotros mismos. Si no hay un proyecto cultural uno vive tapando agujeros sin poder hacer un diseño a largo plazo y abarcativo. Eso también será cuestión de aprenderlo entre todos.
Campos: El tema es que uno no está acostumbrado a proyectarlo de una manera orgánica. En una ocasión planeamos una estrategia de marketing para la mejor comunicación del espectáculo. Anduvo bien, pero tampoco sé si anduvo bien por eso.
Bertol: Un punto sería admitir la verdad que ha revelado toda esta catástrofe y de ahí en más imaginar otra cosa.
Campos: Creo que este año es el más difícil para todos nosotros, pero yo pienso resistir, aunque, como ya lo dije otras veces, no me voy a morir en un escenario, pienso seguir adelante agotando todas las instancias.
-¿Hay que producir a cualquier precio?
Discépola: Eso ni siquiera se piensa demasiado porque creo que los que hacemos teatro también lo hacemos desde un lugar de inconciencia en lo que tiene que ver con lo económico. No me parece que se ponga en riesgo producir, sí sería una pena no poder aumentar el público, no poder mantener o aumentar el confort de las salas, que es importante. El instituto fue importante en este sentido porque se está dando cierto cuidado en algunas cosas, y tiene que ver con estar más desahogado, con poder hacer temporadas no tan cortas sin temor a perder plata por tener que pagar un seguro de sala.
Bertol: Otro punto menor para ese interrogante, al menos desde mi experiencia, tiene que ver con la elección de la temática. Nosotros estuvimos trabajando con Discépolo y realmente tenía un público más general. Otra posibilidad es contar con una continuidad en una sala, de tener temporadas más largas.
Gabenara: Me pasó que con los subsidios sentí que estábamos mirándonos mucho el ombligo en cuestión de producción. En algún punto nos encerramos en el laburo nuestro en el teatro y nos olvidamos de abrirnos para captar gente. Por un lado también hay que ver entre nosotros e individualmente qué estuvo haciendo y si realmente no es una cuestión personal el tema de echar gente.
-¿Qué alternativas generan los bares?
Carozza: Son espacios donde la oferta es comer algo, pagar y ver un buen espectáculo. Ahí aparece otra variante muy fuerte como el humor y eso es muy importante.
Discépola: En la medida que no se transforme en el único paradigma posible de teatro para sacar unos mangos. En las escuelas vemos que los chicos tienden a poder armar cosas así. No digo que esté mal, pero que no sea la única manera.
Carozza: Creo que el bar no tiene porqué desmerecer la calidad.
Discépola: Pero por más buenos que sean, es un espectáculo de bar: con limitaciones de espacio, de puesta en escena; son espectáculo puntuales. Pueden ser excelentes, pero digo que es una forma más de pensar lo teatral. Mi única duda con respecto a los bares es si a la larga no van creando la idea de que no hace falta pagar para ver teatro, como si fuese un plus a la cerveza. No me parece mal como fenómeno, pero es muy parcial, y no puede ser que el teatro rosarino pase por el teatro de bar.
-¿Qué autocrítica harían?
Campos: Me pregunto todo el tiempo si tengo la culpa por elegir algunas cosas, pero uno no puede hacer sólo lo que piensa que el público va a aceptar. Esto no es así para el que hace teatro: uno necesita conjugar lo que necesita la gente y lo que necesita uno.
Bertol: Una posible autocrítica puede ser el no incorporar con más fuerza la variable espectador, después que uno empieza a salir del sueño propio y empieza la construcción de la futura obra. Eso podría permitir de entrada pensar distinto un espectáculo. Otra sería ser rosarino, porque de eso también hay que hacerse cargo (risas).
Discépola: Pensar que a veces seguimos con cierta forma de pensar lo teatral como en los 70 y que vamos a tener que empezar a permitirnos meter otras formas, como un diseño de marketing o sacarnos ciertos prejuicios ideológicos como que el teatro es voluntarioso. También hay que empezar a abrirse a otros campos de la creación teatral, como la producción. De alguna manera lo estamos haciendo, pero intuitivamente. Hay que aprender a delegar y confiar.
Carozza: Coincido en que tienen que empezar a aparecer otras figuras y el rol de productor es quizás uno de los más importantes.
Gabenara: Cuando vino Rafael Spregelburd, como un representante de la nueva dramaturgia, vimos que quizás en Rosario hay cosas superiores. Lo primero que se me ocurrió es que no nos sabemos vender.
-¿Cómo creen que se reflejará este momento en la actividad?
Discépola: Eso lo pondrá el público. Seguramente la lectura será la de alguien que está atravesado por todo lo que está pasando. Me parece que inevitablemente se filtra y seguramente nos va a teñir en nuestras próximas producciones aunque no lo querramos, porque esto es tan fuerte y profundo que no hace falta proponérselo para que aparezca.
Bertol: Creo que aparecerá un mayor sentido de lo trágico y habrá una mayor politización del teatro, no de la forma como sucedió en los 70, sino más ligado a otras estéticas. Esto puede verse en lo que está pasando: en las marchas no hay ideologización aunque se hagan cacerolazos contra el Estado, la Corte o las medidas económicas. Es muy distinto a lo que pasó con el Cordobazo y el Rosariazo.
Campos: Yo espero que este sea un año con laburo, donde el trabajo tenga sentido y que no haya tanta desesperación como para que lo único que quede sea la necesidad de participar.



Carozza, Bertol, Discépola, Gabenara y Campos esperan.
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