Los dos homicidios que la policía aún no ha podido discernir ocurrieron con un día de diferencia. El 6 de enero, José Mancini cenaba junto a su familia y un grupo de amigos en la vivienda contigua a la estación de servicios de su propiedad en la localidad de Arminda. En un determinado momento se levantó de la mesa para ir a buscar un sacacorchos a un quincho. Allí fue sorprendido por dos hombres encapuchados que lo mataron de tres balazos en un aparente intento de robo. Tras ello, los delincuentes redujeron a los comensales, les robaron las pertenencias y huyeron del lugar llevándose un auto estacionado frente a la casa. El otro confuso episodio tuvo lugar la tarde del 7 de enero en una casa de Rueda al 2900. Allí, Rubén José Novarini recibió un letal disparo en la sien que le ocasionó la muerte dos días más tarde. Quién efectuó el tiro, por qué no se llevó el dinero ni elementos de valor de la víctima, por qué los perros del hombre y los vecinos no escucharon la detonación, siguen siendo un enigma para los investigadores.
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