Aprendices de un tal Harry Houdini

Los ilusionistas esperan actuar en un teatro

Al viejo y diminuto escenario encajado en el rincón derecho del bar Berlín subieron dos magos nerviosos. Se presentaron. Nadur comenzó a maniatar a Antón. Le puso cadenas y candados, le tapó los ojos, lo metió en una bolsa y lo introdujo dentro del baúl que sería su cárcel. Pidió silencio, se tapó con una tela y zas!!!!, a los pocos segundos Antón se mostró al público libre de sus ataduras. El fuerte aplauso se multiplicó estruendoso cuando era Nadur quien ahora se encontraba en el baúl. Corría la primera semana de noviembre de 1999, pocos días después del 31 de octubre, cuando se cumplía el 73º aniversario de la muerte de Harry Houdini, el más grande escapista de la historia. Y los magos se abrazaron emocionados, en homenaje al maestro, para festejar su propia osadía.
La primera vez nunca se olvida y esa presentación marcó el inicio de un camino al que se sumarían otros magos. El truco de Houdini se llamaba Metamorfosis y así se decidió llamarían a esta cofradía de la ilusión. Nadur (Eduardo Sánchez) era profesor del taller de magia que se dicta en la Escuela Provincial de Danzas y Expresión Corporal de Laprida al 1200 y hasta allí se llegaron como alumnos Antón (Fabián Corradín) y La Bestia (Ariel Carrabs). Más tarde se juntaron para crear un espectáculo y continuaron con el grupo al que hoy también están integrados Darío Bravo -asistente técnico de escena de "Levitation"- y el joven Francisco Cachan -iluminador y sonidista del espectáculo-.
Nadur es el más experimentado, es circunspecto y contrasta con la envergadura de La Bestia, un showman con más recursos histriónicos que los típicamente mágicos. Antón es serio pero sus ojos se iluminan de picardía cuando habla de magia. Estos dos últimos vienen cosechando premios nacionales en las anteriores ediciones del Congreso Argentino de Ilusionismo e internacionales en el Congreso Latinoamericano de Magia. Hoy pertenecen a Grupo Rosarino de Ilusionistas Mágicos y tienen un sueño que, esperan, se haga realidad este año: llevar su bagaje de magia y humor a una sala teatral. Proyecto que, a la luz de derruida economía argentina, necesitará de más de un abracadabra.