-¿Cómo está el nivel del vóley en Rosario? -Hoy por hoy está como el país: parado. Hace tres años hubo un gran incremento de Rosario a nivel de divisiones inferiores donde se sacó un grupo de jugadoras buenas, pero hoy está como estancado. -Y a nivel nacional, ¿cómo lo ves? -A nivel nacional, en inferiores es bueno. Santa Fe en inferiores es lo mejor y hace un par de años atrás Rosario, a nivel provincial, estaba muy fuerte. En 1997 ganamos la Copa Sub 18 (la división más importante del país). En ese momento si no éramos el mejor equipo de Argentina estábamos ahí. En primera división creo que tenemos lo mejor de Santa Fe y a nivel nacional, si bien no nos medimos con ellos, estamos un pasito atrás de Metropolitana pero hay que hacer la salvedad de que ellos tienen equipos profesionales. -¿Cómo es el mapa del vóley argentino? -En divisiones juveniles hay muchas jugadoras y mucha competencia, cosa que no ocurre en primera porque las chicas llegan a una primera a los 17 o 18 años, comienzan la facultad, muchas dejan y se hace difícil mantenerlas jugando, ese es nuestro gran desafío. Por eso tenemos el orgullo de tener jugadoras de 24, 25 y 26 años que siguen jugando al vóley y aparte hacen su vida. Tenemos jugadoras que son profesoras de educación física e inclusive una ingeniera. Profesionales..., pero de carrera. Aunque esto, para ser sinceros, no es lo normal. -La gran pregunta: ¿se hace difícil entrenar mujeres? -Hace 10 años que lo hago. Si bien entrené varones y también gané, con las chicas tuve muchísimas satisfacciones. Entrenar mujeres es más apasionante porque están mucho más dispuestas al trabajo. -¿Y cuáles son las contras? -Que por ahí son más difíciles de hacerlas jugar. Por una cuestión cultural la mujer compite en un montón de cuestiones: en el novio, en la ropa y hasta en el pelo; pero no jugando, en el deporte en sí. Ahora, cuando lograste que una mujer tenga mentalidad ganadora, es algo fantástico. Ojalá pueda seguir entrenando mujeres por mucho tiempo más.
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