Nueva York. - La soga del verdugo parece ajustar cada vez más el cuello de John Walker, el joven estadounidense que luchó en las filas del régimen talibán, definido por primera el viernes por el presidente George Bush como un "combatiente de Al Qaeda". Funcionarios de la administración revelaron que, al menos, una de las acusaciones que se hará a Walker es la pena de muerte: "Es evidente que sabía lo que hacía", dijo al New York Times una fuente federal protegida por el anonimato. Todavía nada se decidió oficialmente, pero parece claro, según las fuentes de la administración, que para el talibán Johnnie venció en Washington la hora de la piedad.
Descartada la hipótesis de traición por las complicaciones legales de la Constitución estadounidense (se necesitan dos testigos en contra o la confesión del imputado en un tribunal), el escenario que aparece probable es que Walker sea acusado de "enemigo beligerante". Otra incriminación en estudio es la de ayuda material a una "organización terrorista", un delito federal penado con la cadena perpetua "si una muerte es causada" por ello.
Mal aconsejado
Otro clavo en el cajón del muchacho, que a los 16 años traicionó el catolicismo por la fe islámica y terminó estudiando en Afganistán, lo puso él mismo días pasados en la entrevista que le hizo la cadena CNN. Las admisiones de Walker sobre la justicia de la causa de los talibán disipó cualquier sombra de simpatía entre los pocos que en el gobierno norteamericano habían expresado, al comienzo, que se trataba de un joven mal aconsejado.
Entre los compasivos de la primera hora estaba el propio Bush que tiene dos hijas de la misma edad que Johnnie: "Es un pobrecito", había dicho el jefe de la Casa Blanca, causando un levantamiento de escudos en el Estados Unidos que reclama venganza. Pero ahora, según dejó entrever New York Times, es mismo Bush cerró el corazón a la piedad: "Es el primer estadounidense combatiente de Al Qaeda que hemos capturado", dijo abriendo el camino al juicio de Walker.
John está actualmente detenido en el barco-cárcel Peleliu, pero podría ser trasladado a Virginia. La intención de la administración, según el Times, es la de instruir el juicio en la corte federal de Eastern District of Virginia, una de las más severas del país, en la región donde habitaba Mike Spann, el agente de la CIA asesinado en la revuelta de la prisión de Mazar-i-Sharif, de la cual, Walker salió vivo. "En el juicio se hablará de la muerte de Spann", dijeron al Times fuentes de la administración.
La ley permitiría procesar a Walker también en el tribunal californiano de su último lugar de residencia, el distrito norte de California, pero es poco probable que el muchacho termine allí. "Queremos Virginia. Y tenemos la sartén por el mango", hizo saber la administración. Las fuentes del Times precisaron que la acusación que significa la pena de muerte no significa necesariamente que la administración insistirá para entregar a Johnnie en las manos del verdugo. "Requeriría la condena capital pero permitirá al gobierno un mayor margen de presión sobre los abogados del muchacho", señaló un funcionario que pidió permanecer en el anonimato.
Voces en común
En tanto, el caso de John Walker creó una ola de voces en el común de la gente de Estados Unidos. "Renunció a la ciudadanía cuando pasó a un ejército extranjero, por eso merece la corte marcial", escribió en el New York Times Bill Wagner de San José, California. Pero Andrea Scholler, una mujer de Nueva York, definió a John como "uno de los tantos muchachos que se pierden en la búsqueda de una autoridad moral" y propuso condenarlo "a una vida en prisión con las paredes tapizadas por los retratos necrológicos que desde hace tres meses New York Times publica sobre las víctimas del 11 de septiembre". (Ansa)