Tuvieron que pasar 7 años para que la Justicia pusiera fin al caso de Alejandro Pereyra y Gabriel Lozano, dos chicos que fueron salvajemente golpeados por unos matones a la salida de una discoteca en 1994. Los agresores fueron condenados el año pasado a distintas penas, pero 3 de ellos apelaron y recién ahora salió el fallo definitivo. A las víctimas probablemente ya ni siquiera les interese conocer el resultado: la Cámara Penal confirmó que debían pagar con 3 años de prisión en suspenso, algo que ya ocurrió hace mucho tiempo.
Los hechos ocurrieron el 17 de diciembre de 1994 a la salida de la megadisco Space, que ya no existe y estaba en Mendoza al 3.600. Esa noche la vida de Alejandro Pereyra, que tenía 21 años, cambió para siempre: no sólo estuvo al borde de la muerte sino que quedó con secuelas irreparables. Su amigo Gabriel Lozano tuvo mejor suerte: también lo golpearon, pero la sacó más barata.
Según testigos, la patota agresora estaba integrada por unos 20 matones. Sin embargo, sólo 9 fueron identificados: Jesús Gustavo Vélez, Gabriel Saccone, Raúl Alejandro Sosa, los hermanos Fabio Eduardo y Pablo Augusto Giri, Ismael Germán Cándido, Héctor Oscar Torres, Claudio Adrián Castro y otro joven de apellido Serra.
En agosto de 2000, el juez Julio Kesuani condenó a Vélez, Sosa y Saccone a 4 años y 3 meses de prisión, y a los hermanos Giri, Cándido, Torres, Castro y Serra a 3 años en suspenso. Los tres últimos apelaron, y por eso el fallo definitivo recién se conoce ahora.
Era una fiesta, terminó en drama
Pereyra y Lozano fueron a Space a festejar el cumpleaños de un amigo. Mientras bailaban, una discusión alteró la calma dentro de la megadisco. Esto provocó la expulsión de uno de los promotores del incidente y a su vez desencadenó el drama.
Los amigos del muchacho expulsado se organizaron y esperaron afuera. A las 4.15, cuando Pereyra y sus compañeros salieron, los otros los emboscaron. El y Lozano corrieron hacia Mendoza y Castellanos, y allí fueron alcanzados por los patoteros.
Los patearon y los golpearon, pero Pereyra se llevó la peor parte. Quedó grave y bordeó la muerte varios días. Cuando salió de terapia intensiva se supo que quedaría con secuelas de por vida por los golpes recibidos.
Un llamado anónimo ayudó a identificar a uno de los agresores. Era un karateca apodado Gringo que resultó ser Saccone. La policía lo detuvo 5 días después, y los días subsiguientes fueron cayendo uno a uno los otros 8 agresores identificados.
Los testigos, entre ellos los guardias privados de Space, ayudaron a saber quiénes eran. Pero otros integrantes de la patota agresora jamás cayeron. Después, durante el juicio que tramitó Kesuani, los acusados se culparon mutuamente y así se fue conociendo la verdad de los hechos.
Vélez, Sosa y Saccone fueron los autores de las lesiones, y los dos primeros aprovecharon para robar las billeteras de Pereyra y Lozano. Por eso recibieron las penas más graves, aunque hace ya tiempo que las cumplieron.
Tres de los otros seis apelaron, y ahora se sabe que también son culpables por haber participado (ver aparte) de la agresión en patota. Paradójicamente ni lo sentirán, ya la pena está cumplida.