La palomita de Aldo Pedro Poy que originó el primer campeonato profesional de Rosario Central continúa aún hoy, a 30 años de haberse producido, desnudando en los hinchas canallas sensaciones que se emparentan con el folclore, la pasión y la locura. Aquel 19 de diciembre de 1971 quedó y quedará grabado por siempre en los corazones de los simpatizantes centralistas, porque independientemente de la algarabía que puede sugerir instalarse en una final por primera vez en la historia (posteriormente le ganó en la definición a San Lorenzo por 2-1), doble es el festejo si se lo consigue ante el rival de toda la vida: Newell's Old Boys. Lo cierto es que el propio Poy (jugó en el equipo de Arroyito entre 1965 y 1974 con 290 partidos y 61 goles) jamás imaginó que iba a ser el destinatario de tantas muestras de afecto. Porque el ritual folclórico de arrojarse en palomita todos los 19 de diciembre posteriores a aquella jornada en el estadio Monumental, por el antiguo campeonato Nacional de aquella temporada, continúa alimentando el mito y hasta quienes no asistieron a esa semifinal aseguran haber poblado la cabecera visitante de River Plate. Es que "Aldo Poy, el papá de Newell's Old Boys...", tal como enarbolan orgullosos los canallas de pura cepa que no olvidan la histórica jornada y se esfuerzan, año a año, en idear una celebración distinta. La Ocal, Organización Canalla para América Latina o Anti Leprosa (cualquiera de las dos acepciones es válida), se ajustó a la época de crisis actual y, para hoy, no prevé ningún festejo especial, más allá de una misa homenaje que se celebrará en la parroquia María Auxiliadora. De acuerdo a lo apuntado por la propia Ocal, hoy se celebra el 30º aniversario del gol más festejado en el mundo, aquel que ya tiene solicitud para ser incorporado al libro Guinness de los Récords. Independientemente de que ocurra o no lo segundo, lo primero continuará siendo una verdad irrefutable.
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