La Unión Industrial Argentina (UIA) y sus aliados del sector productivo se abroquelaron con la CGT oficial para rechazar la dolarización de la economía argentina. En un contexto en el cual la mayoría de los sectores económicos otorga muy pocas chances a la continuidad de la convertibilidad, el debate se trasladó al terreno de las distintas opciones de modificación de la política cambiaria. En ese sentido, también el secretario general de la CGT rebelde, Hugo Moyano, se mostró favorable a una devaluación del peso. Para el Grupo Productivo, que reúne a la UIA, la Cámara Argentina de la Construcción y Confederaciones Rurales Argentinas, el gobierno "no debe cometer el error de comprometer el presente y futuro de la Nación con una medida de naturaleza colonial". A través de un documento que también suscribió el titular de la CGT, Rodolfo Daer, los sectores productivos señalaron que, en el caso de dolarizarse la economía "no tendríamos instrumentos para defendernos de las devaluaciones competitivas del resto de un mundo, que adoptó como regla los tipos de cambio flexibles". "Significaría privarnos para siempre de instrumentos esenciales de política económica", agregaron. Las tres entidades empresarias y la sindical, que negocian desde hace dos semanas una concertación con el gobierno junto a un sector de banqueros y la Iglesia, consideraron que, "en esta hora de confusión y crisis, hay grupos interesados en dolarizar nuestra economía". De imponerse esa posición, afirmaron, "abandonaríamos definitivamente la posibilidad de tener política monetaria", con lo cual "la Argentina pasaría a importar definitivamente y pasivamente la política monetaria de los Estados Unidos, y a depender de su fase del ciclo económico y de su aumento de productividad". También "se consolidarían los actuales altos niveles tarifarios de los servicios públicos y los sectores monopólicos" e "implicaría un dramático ajuste de los gastos esenciales del Estado, desprotegiendo a los más débiles". Empresarios y gremialistas opinaron, además, que "la dolarización implicaría el más grave paso para separar a Argentina de ese proyecto estratégico". "Más allá de las obvias razones de autonomía y dignidad nacional, significaría privarnos para siempre de instrumentos esenciales de política económica", sostuvieron. Descartaron, al mismo tiempo, que la dolarización contribuya a resolver los problemas que presenta "el actual escenario de caída de empresas, de deterioro del salario real, de altas tarifas de servicios y elevadas tasas de interés, en definitiva de alta pérdida de competitividad". Tras repasar la lista de países que ya se dolarizaron (Panamá, Palau, Ecuador, Micronesia y las islas Marshall), advirtieron que "en ningún caso tienen la complejidad y magnitud de la Argentina". "Dolarizar es una medida de seguridad aparente, es una falsa medicina y nada curará", afirmaron los empresarios del Grupo Productivo y la CGT oficial. "Sólo servirá para dejarnos sin los instrumentos que necesita cualquier Nación en crisis para manejar soberanamente su economía y preservar los intereses nacionales". El frente antidolarización se completó, aunque por carriles separados, con la declaración del titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, quien aseguró ayer: "No sé si será lo mejor, pero seguramente será lo menos malo". "Es necesario sincerar nuestra moneda ya que la moneda ficticia que tenemos no nos deja competir con nadie", dijo. Hasta el presidente Carlos Menem se mostró reacio a la salida dolarizadora, al menos en los términos en que la viene planteando desde hace varios años junto a su ex ministro de Economía, Roque Fernández. "Una cosa es dolarizar cuando el peso estaba uno a uno con el dólar, pero ahora el peso, evidentemente, en los hechos, se ha devaluado porque se está pagando 1,20 ó 1,30, en algunos lugares, por dólar", dijo el ex jefe de Estado. Menem, quien recordó que desde "hace cuatro años" viene "hablando de dolarizar" la economía argentina, dijo ayer que "hay que readecuar esa dolarización a lo que estamos viviendo ahora".
| |