El futuro de la convertibilidad se presenta cada día más endeble. Tras la negativa del Fondo Monetario Internacional de girar el desembolso de 1.260 millones de dólares para la Argentina y una cesación de pagos en ciernes, los economistas y empresarios ya comenzaron a debatir el futuro del sistema monetario argentino. Palabras como dolarización, flotación del tipo de cambio y devaluación dejaron de ser tabú.
A solo una semana de que venzan algunos compromisos de la deuda que mantiene el país con los acreedores externos, todos coinciden en que el país está "sobre la hora" y existen pocas posibilidades de que cualquiera de las salidas propuestas no implique un impacto traumático sobre la sociedad.
"Hay sectores que propician la dolarización, pero no hay seguridad de que con esto baje la tasa de interés y tampoco el riesgo país", explicó Eduardo Remolins economista de la Universidad Austral.
El especialista está convencido de que la Argentina va camino a una devaluación inevitable y en la medida que se haga en forma ordenada será menos traumática para la sociedad.
"El riesgo país no sube porque los acreedores le tengan miedo a la devaluación sino porque están temerosos de no cobrar", dijo Remolins, para quien si no se cambia el signo monetario el país entrará en default y esto "será peor para todos".
Los que en otros tiempos fueron defensores a ultranza de una dolarización de la economía, como el ex ministro de Economía Roque Fernández, el ex titular del Banco Central Pedro Pou y el propio ex presidente Carlos Menem hoy creen que una medida de esa naturaleza, necesitaría "ser readecuada" a esta altura de la situación.
En rigor, Menem explicó el viernes que "una cosa era dolarizar cuando el peso estaba uno a uno con el dólar", mientras que en este momento "el peso, en los hechos, se ha devaluado". En ese camino, quien fuera el último titular de Economía de su gestión, se mostró partidario de una devaluación del peso.
Los límites de dolarizar
Una de las principales limitaciones que presenta la dolarización hoy en la Argentina es que la relación entre los pesos circulantes y los encajes bancarios con las reservas internacionales está deteriorada y es poco probable que se recomponga en función de la desconfianza que existe en el país y el deseo de muchos inversores de exportar sus capitales.
Aquellos propulsores de la dolarización también alertan sobre estos límites. Mauro Leoz de la consultora Moody's planteó el cambio de moneda como una alternativa, aunque manifestó sus reservas: "Hay que ver si existen dólares como para sostenerla a largo plazo.
La situación argentina es diferente a la que hace un par de años cuando se planteó la dolarización por primera vez", dijo el especialista.
Otros, en cambio creen que el ministro Domingo Cavallo se jugará todo por la dolarización antes que encarar el camino de la devaluación que sería reconocer que su hija -la convertibilidad- está perimida. El titular de Economía dio una pista de esto antes de su viaje a Washington cuando no descartó la posibilidad de dolarización "porque está prevista en la ley de convertibilidad". Sin embargo, si los obstáculos relacionados con la relación divisas-reservas sigue deteriorándose, una salida de este tipo se avisora como poco factible para los tiempos de la Argentina.
A favor y en contra
En un escenario donde los tiempos apremian muchos economistas ven la salida en la devaluación. Para Remolins, la situación del país inclina la balanza más hacia una devaluación que una dolarización. "Dolarizar es una salida que no resolvería el problema porque en algún momento hay que volver a tener un signo monetario propio". Para Remolins "no se reactiva si no cambian los precios relativos". A su criterio, una salida atinada para el país sería tomar la determinación de devaluar ahora, "cuando todavía hay algo de reservas y depósitos".
"Si el gobierno se resiste a hacer una devaluación organizada vamos hacia una forzada, porque terminará devaluando el mercado", explicó el especialista.
Una devaluación ordenada a su criterio implicaría -señaló- pasar todas las obligaciones o deudas de dólares a pesos.
Esta propuesta tiene matices ya que muchos proponen que se incluyan todas las deudas, incluso las del Estado y la deuda externa del país, salvo la de algunos organismos multilaterales de crédito, a los que se exceptuaría ya que se trata de los prestamistas prioritarios.
¿Como se licuan estas diferencias? "Si un banco prestó 100 dólares y el Estado mediante una resolución establece que el deudor le debe 100 pesos, éste último pagará su acreencia en pesos indexados. En tanto, el banco, para que sea sostenible este esquema, también pagará los depósitos de los ahorrista que tenían dólares en pesos", aclaró Remolins. "El banco pierde una parte de la acreencia nominal, pero en realidad es una pérdida menor porque si no se devalúa esos créditos serían impagables", aclaró.
¿Cómo hace la gente para sobrevivir a una devaluación en una economía donde todos sus deudas están en dólares? \Para el economista Alejandro Rofman, uno de los propulsores del Plan Fénix, la propuesta del ultraortodoxo economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Richard Haussman es viable. El economista internacional habla de una modificación de la política cambiaria, pero antes prevé que todas las deudas se igualen uno a uno y las deudas crezcan al mismo nivel que crece la inflación. Sin embargo, para Rofman también hay otros mecanismos como "modificar los valores de cambio para los productos de importación y exportación, manteniendo todo el sistema financiero tal como está".
La flotación cambiaria es una de las chances que miran con cariño los economistas. Esta alternativa afectaría a los tenedores de pesos, que se enfrentarían a la incertidumbre de que su dinero estaría a merced de sucesivos cambios, especialmente frente al dólar y podría disparar una inflación alocada. Como receta, los promotores de la medida tienen bajo el brazo la posibilidad de dolarizar como remedio.
El debate está abierto después de muchos años en los que en la Argentina hablar de salir de la convertibilidad era sinónimo de desestabilización.