El jueves 6 de diciembre de este año va a ser recordado por mucho tiempo como un día de afrenta nacional. Por primera vez en su historia, la Argentina está por caer en bancarrota al negar el Fondo Monetario Internacional (FMI) el envío de 1.264 millones de dólares debido a que el gobierno carece de un programa económico sostenible.
La medida no pasa sólo por la reticencia en girar los fondos, sino que pone en cuestión el blindaje y trae aparejada la anulación de desembolsos prometidos por España, el Banco Mundial y otros organismos internacionales.
Como esa sucesión de créditos se desmorona, el gobierno se ha puesto en situación de default, esto es en la imposibilidad de cumplir con los compromisos internacionales que vencen los próximos días. Es el principio de un final anunciado.
Ahora, Fernando de la Rúa tiene frente a su conciencia y al resto de lucidez que aún le queda una única opción: asumir las consecuencias políticas de su impericia, admitiendo un costo tal que incluya la caída de su gobierno o dar cartas blancas al ministro Cavallo para que se apodere de los depósitos bancarios, se incaute de los plazos fijos de las AFJP y manotee las últimas divisas que quedan en el Banco Central.
De este modo y como representante ostensible de la clase política, el presidente deberá confesar públicamente que todos ellos -en conjunto- han hecho estallar al país en medio de una inconsciencia tan grande que nos permite dudar seriamente sobre la capacidad mental para comprender la realidad y la aptitud de prever las consecuencias de sus actos.
Este es el triste destino que en poco tiempo deberá asumir el presidente, quien encargó a Cavallo la misión imposible de doblarle el brazo al FMI. El ministro parece estar condenado al ostracismo definitivo, pero le queda todavía la última oportunidad de intentar la absolución de sus errores protagonizando un cambio sustancial en sus intenciones y conducta. De cancerbero de la clase política deberá convertirse en defensor de la gente enfrentando a esa misma corporación política a la que hoy sirve con esmero.
Gesto de grandeza
Imaginemos que se produce esa conversión personal en Cavallo, quien se da cuenta de que el camino que está siguiendo conduce a la destrucción del país. Entonces decide abjurar de ideas erróneas, asume los valores de la humildad, se propone proteger a la gente y aniquila sin contemplaciones a los políticos que utilizan los cargos públicos en provecho propio. Por eso, un fin de semana solicita espacio y transmite este mensaje por radio y televisión a todo el país: "Compatriotas. No me dirijo a ustedes para anunciarles una devaluación, aumento de impuestos ni para comunicarles el canje forzoso de los depósitos bancarios por bonos y mucho menos para alegar derechos del Estado alterando la tranquilidad de los hogares, confiscándoles el patrimonio o envileciendo la moneda.
He comprendido que el camino seguido hasta ahora, consistente en financiar el Estado a expensas del patrimonio de las empresas y la renta de las personas, no sólo es ilegítimo sino que nos conduce al suicidio colectivo. Los derechos individuales son anteriores y superiores a los derechos que puedan invocar los políticos para conseguir recursos en forma coercitiva.
Pero en el afán de apropiarnos del dinero que ustedes ganan honestamente, yo mismo en representación de la clase política, he cometido muchas arbitrariedades de las que ahora me arrepiento.
Hemos relajado la ley de responsabilidad fiscal que establecía un porcentaje decreciente del déficit presupuestario.
Hemos modificado la carta orgánica del Banco Central haciéndole perder su independencia para aprovechar parte de sus reservas y solucionar problemas políticos de corto plazo. Hemos instigado la remoción de su presidente sólo porque se negaba a someterse a requerimientos que involucraban grave riesgo monetario para el país.
Hemos tomado la decisión de fijar un tope a las tasas pasivas castigando a los bancos si pagaban un punto más de la tasa límite. Nos apropiamos de las reservas que amparaban la convertibilidad ordenando que las depositaran en el Banco Nación y requerido a ese banco que se las prestara al gobierno.
Hemos obligado a los bancos a que trajeran al país más de 7.500 millones de dólares considerados reserva de liquidez depositada en el Deutsche Bank de New York.
Hemos incumplido con los compromisos firmados con el FMI porque la ley de déficit cero sólo era un artilugio para obtener fondos sin intenciones serias de reducir el gasto público.
Hemos disfrazado el déficit real del presupuesto autorizando la emisión y circulación de letras de tesorería y bonos de deuda como si fueran moneda auténtica. Hemos violado la reciente ley de intangibilidad de los depósitos bancarios afectando la disponibilidad de los saldos en cuentas bancarias y autorizando sólo el retiro de 250 pesos semanales.
Hemos mentido a las autoridades del FMI dibujando las cuentas públicas para hacerles creer que el desvío presupuestario era menor que el real.
No nos animamos a poner límites en los desbordes de diputados, senadores, magistrados y hasta el presidente de la Nación cuando autorizan gastos deplorables.
Nos resistimos a impulsar una reforma administrativa del Estado tendiente a reducir el gasto público porque de esa corrupción se nutre el aparato partidario.
De todo esto me arrepiento profundamente y espero que la confesión de mis culpas sirva para conseguir de ustedes la clemencia que muchas veces, yo mismo, negué a mis ciudadanos".
Enmendar errores
Sigue diciendo el ministro Cavallo en su mensaje: "Ahora me propongo abandonar la borrachera que produce la codicia del poder y no quiero causar más penas, aflicciones ni tristezas a mis compatriotas.
En adelante, no firmaré ningún decreto de necesidad y urgencia tendiente a vejarlos con impuestos o violaciones encubiertas al derecho de propiedad.
Estoy decidido a cambiar el sentido de mi vida y a obtener el perdón que alivie mi conciencia.
Una inmensa mayoría de ustedes están convencidos que las leyes que sancionan los legisladores no son para protegerlos de los desmanes de los gobernantes, sino para oprimirlos y sacarles el dinero honestamente ganado.
Esas aprehensiones han llevado a la mente y el corazón de los argentinos una profunda desconfianza hacia el gobierno, las instituciones y las leyes.
Ustedes tienen un justificado temor de que el gobierno para saldar el déficit presupuestario termine por devaluar, canjear los saldos en bancos por bonos del tesoro o desagiar los depósitos antes de disponer una dolarización furtiva.
Para reparar el daño
Por esas razones he tomado una decisión meditada con mi familia para enmendar el profundo daño que yo he ocasionado a la sociedad argentina, solicitando al presidente Fernando de la Rúa lo siguiente:
1) que la Cancillería convoque con carácter urgente a los embajadores de países cuyos bancos operan en Argentina.
2) que les proponga la firma de un tratado internacional para asegurar a esos bancos y sus clientes los siguientes derechos: a) intangibilidad absoluta de los depósitos bancarios e inviolabilidad del derecho a tener y disponer de esos depósitos; b) respeto irrestricto del secreto bancario en las mismas condiciones existentes en esos países; c) abstención del Estado a utilizar las cuentas bancarias para fines fiscales ya sea en determinaciones de oficio o débitos impositivos de cualquier clase y naturaleza; d) extensión de ese tratado internacional, en los mismos términos y efectos, a los bancos cuyas casas matrices estén ubicadas en territorio argentino.
Una vez firmado, les recuerdo que por el inciso 22 del artículo 75 de la Constitución Nacional dicho tratado internacional tiene jerarquía superior a las leyes votadas por el parlamento por lo cual tendrán la garantía absoluta de que ninguna otra ley ni decreto de necesidad y urgencia podrán vulnerar los derechos de propiedad privada que así reconocemos.
Es mi ferviente esperanza que la enorme masa de 16.890 millones de depósitos retirados de los bancos más los 19.090 millones de divisas perdidas por el Banco Central, retornen al circuito bancario garantizado y sirvan para financiar exclusivamente los proyectos y las ilusiones de todos los hombres de buena voluntad que habitan el suelo argentino.
La suerte está echada: que vuestra indulgencia sea el signo de una reconciliación sincera!".
Si el milagro de esta conversión sucediese en los próximos días, ¿cuál cree usted que sería el futuro de esta tierra tan entrañable en la que habitaron y murieron nuestros padres y donde queremos que vivan nuestros hijos?