Año CXXXV
 Nº 49.325
Rosario,
domingo  09 de
diciembre de 2001
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El elegido de la semana
Por las bateas: "We Love Life"-Pulp
El grupo aún lucha por ser diferente con un álbum tan entrañable como desparejo

Carolina Taffoni

¿Dónde quedó Pulp, ese grupo irónico, filoso y elegantemente furioso que fue el escudo de los desclasados de los años 90? Bueno, ese grupo se fue de paseo. Ahora hay una banda de vuelta de la cima, de vuelta de todo, a la que le quedó, a pesar de sí misma, un puñado de grandes canciones.
Si "This Is Hardcore" (1998) fue una reflexión definitiva sobre la fama y el estrellato, "We Love Life", el nuevo disco, es el día después de la resaca, el inevitable regreso a algún tipo de fuente. En ese sentido, Jarvis Cocker, el cerebro de la banda, se volvió ecologista, naturista y engañosamente optimista. Sus canciones ahora tienen una serenidad extraña, muy lejana a la adrenalina y la ansiedad de "Common People".
Sin embargo, a pesar de esta vulgaridad, y como en los años dorados del brit pop, Pulp todavía reclama su derecho a ser diferente. Mientras Travis y Coldplay cuidan el orgullo del frente inglés con lindas canciones, Radiohead viaja a la estratósfera con sus experimentos, y Oasis y Blur no saben muy bien qué hacer con su futuro, Pulp se embarcó en un disco cuasi conceptual sobre la vida y la naturaleza con la producción del maestro Scott Walker (personaje talentoso y conflictivo si los hay).
"We Love Life" es un disco de transición, tan entrañable como desparejo. Desde el primer tema Jarvis Cocker empieza a escribir su manifiesto ecologista. En "Weeds", una canción marchosa que se funde en el estribillo con una bella melodía, canta "por las grietas del pavimento crecerán las semillas", y después remata con un psicodélico "nos gustaría sacarte de tu mente". Todo va bien hasta que "Weeds II" se convierte en un soporífero relato sobre una base repetitiva.
El concepto ecologista se acentúa en "Trees", una oda a los árboles decorada con una melodía infantil. Pero este tema, por momentos encantador, esta seguido por "Wickerman", otro relato denso que navega por diferentes climas y sólo se salva por la interpretación brillante de Cocker.
A veces, el tema que domina al disco se mezcla saludablemente con canciones de amor. Ahí están la simple y conmovedora "The Birds In Your Garden", que se acerca al Pulp más clásico y tiene una guitarra para derretir corazones; o "Roadkill", una balada acústica sobre los amores perdidos que tiene ecos de los clásicos de Scott Walker.
Al contrario de otros discos de Pulp, acá hay referencias muy claras. El riff de la dolorosa "The Night That Minnie Timperley Died" es un claro tributo al sonido del glam rock de los setenta (por no nombrar que en el booklet hay una foto de la calle que aparecía en la tapa del "Ziggy Stardust" de David Bowie). En el otro extremo, "I Love Life", que parece resumir el concepto del compacto, recuerda insistentemente a esas canciones sutiles y descompuestas de Pavement.
Por suerte, en el paisaje de las semillas, los árboles y los pajaritos se filtran canciones de amores encontrados y perdidos como "Bob Lind (The Only Way Is Down)" o "Bad Cover Version", en la cual Jarvis Cocker deja escapar su ironía al nombrar "las tristes imitaciones que fallaron" ("los Stones a partir de los 80", por ejemplo).
Al final, en la reflexión existencial de "Sunrise", tal vez esté la clave de este disco. Después de las trasnoches de los años locos Pulp sólo quiere ver un nuevo amanecer. Pero en "We Love Life" parece que recién está despertando.
Cal: 3 estrellas



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