El otrora gran baluarte del fútbol africano, Nigeria, pasa actualmente por una crisis que llevó a los expertos a no ponerse de acuerdo sobre si la sorpresa fueron las dificultades que tuvo para llegar al Mundial o su misma clasificación para la Copa del Mundo. Nigeria quedó integrada ayer, tras el sorteo celebrado en la ciudad surcoreana de Busan, en el Grupo F de la primera fase, junto a Argentina, cabeza de serie, Inglaterra y Suecia, y disputará sus partidos en Japón. Durante gran parte de la fase de clasificación pareció que los campos de Japón y Corea del Sur no verían a las Aguilas verdes. "Cuando estuvimos en dificultades, me vi obligado a despedir al entrenador", explicó satisfecho el general de brigada Dominin Oneya, presidente de la federación nigeriana. Lo cierto es que tras la sustitución del holandés Jo Bonfrere por el local Amodou Shaibu, Nigeria recuperó la senda ganadora, y una inesperada derrota de Liberia ante Ghana dio a las Aguilas su tercer pase consecutivo a un campeonato mundial. Con estrellas del calibre de Nwankwo Kanu, Taribo West, Sunday Oliseh o Victor Agali, la calidad está asegurada, pero eso no asegura el éxito: el mayor reto de Shaibu será armonizar las fuertes personalidades de los jugadores nigerianos, considerados héroes nacionales por los simpatizantes de su país. Conservan una línea de juego típicamente africana que combina la potencia física europea y el talento para relacionarse con la pelota de los sudamericanos. Sin embargo, se diferencia de las grandes potencias por su endeblez anímica y su tendencia amateur a la hora de afrontar los grandes compromisos. El equipo base está compuesto por Shorunmu; Okpara, Ifejlagwa, West y Yobo; Babangida, Okocha, Oliseh y Lawal; Agali y Kanu. DT: Shuaibu Amodu. (Télam)
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