Carolina Taffoni
George Harrison se convirtió en un nombre propio gracias a los Beatles, pero su paso por el grupo fue tanto un premio como un castigo. John Lennon dijo una vez que Harrison era "un hombre invisible entre dos egomaníacos". Esa sensación se perpetuó en el tiempo. Este mismo año Harrison declaró en una entrevista: "Lennon y McCartney tenían un talento indudable y formaban un buen dúo, pero eran también dos tipos con un ego mayúsculo y dejaban poco espacio a los demás". Los líderes de Los Beatles se impusieron en el grupo con sus criterios: cada disco tendría uno o dos temitas de Harrison, algo para que cante Ringo y el resto, un 50 y 50 de John y Paul. George empezó a colaborar tímidamente con temas como "Don't Bother Me" ("With The Beatles") o "If I Needed Someone" y "Think For Yourself" ("Rubber Soul"). Pero ni siquiera el poder de la dupla Lennon-McCartney pudo opacar su brillo en "Revolver". El disco abre con "Taxman", esa canción burlona contra un recaudador de impuestos que nombra con sorna a algunos políticos de la época. En "Love You To" el sello de Harrison también se reconoce inmediatamente por los sonidos del sitar, lo mismo que en la sugerente "Within You Without You", su única contribución para "Sgt. Pepper". En el llamado "Album Blanco" su colaboración fue decisiva. Mientras Lennon y McCartney mantenían una guerra fría para imponer sus personalidades, Harrison sacó su mejor tajada con la conmovedora "While My Guitar Gently Weeps", la burlona "Piggies", la sensual "Savoy Truffle" y la melancólica "Long, Long, Long". Su estrella no iba a terminar ahí. En "Abbey Road" logró meter dos clásicos, "Here Comes The Sun" y "Something". Reservado y de perfil bajo, George Harrison nunca encajó en el molde exitoso de los Beatles. Odiaba la Beatlemanía, que le parecía un insulto contra el oficio de músico que él había aprendido con tanto esfuerzo. La rabia que explotaba en canciones como "Taxman" o "Piggies", era más que nada la catarsis de una bronca solapada. Su conversión a las creencias orientales acentuó su búsqueda de un mundo espiritual que nada tenía que ver con los estrafalarios y confusos negocios que aparecieron en la última etapa de la banda. Después de la disolución del grupo, su relación con McCartney fue fría y distante. Ringo Starr, en cambio, lo acompañó en muchos de sus proyectos como solista. Una sola frase define la relación que George Harrison tenía con su banda: "Por supuesto que prefiero ser un ex beatle antes que un ex nazi, pero de todos modos preferiría ser un ex nada".
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