El supuesto handicap que representa haber llegado antes para aclimatarse y tener un único frente de batalla declarado desde hace algunos meses realza las chances de Boca Juniors para retener mañana la Copa Intercontinental de Clubes, y convertirse en el primer equipo argentino en ganarla tres veces y dos en forma consecutiva, cuando enfrente en Japón al Bayern Munich alemán, conjunto que en las últimas horas sufrió bajas por lesiones y además tiene la cabeza puesta en otros torneos. El decisivo encuentro de la 22ª edición de la Toyota Cup se llevará a cabo en el estadio Nacional de Tokio, se iniciará a las 19.10 hora local (7.10 de Argentina), se televisará en directo para todo el país por la señal de cable PSN y contará con el arbitraje del dinamarqués Kim Nielsen. Ni uno es tan punto ni el otro tan banca. En la ruleta de los argumentos futbolísticos que tienen auriazules y bávaros, el equilibrio se convirtió en el denominador común a partir -según dicen algunos entendidos- de las inoportunas lesiones que sufrió en los últimos tiempos el conjunto dirigido por Ottmar Hitzfeld, a priori favorito, por una cuestión de mejor calidad de individualidades y de funcionamiento colectivo. Sin embargo, las deserciones del goleador paraguayo Roque Santa Cruz, del armador bosnio Hasan Salihamidzic y la última del generador de juego Stefan Effenberg parecen nivelar la balanza contra la salida por lesión de Walter Gaitán anticipada ayer, para establecer que Boca y Bayern parten juntos en la carrera desde una misma posición. La fantasía y ese plus de calidad que ostenta Juan Román Riquelme, la ganadora convicción de su arquero colombiano Oscar Córdoba, la batalladora entrega de su compatriota Mauricio Serna y el tándem que pueden armar el mellizo Guillermo Barros Schelotto y Marcelo Delgado en el ataque, ¿alcanza? Cierto es que el partido será cerrado (tal como pronosticaron varios jugadores auriazules) y que aquel equipo que menos se desconcentre tiene mayores chances de éxito. Pero también lo es que un yerro puede costar caro y tirar por la borda todo lo hecho hasta aquí. Entonces, la final de la 22ª edición de la Copa Intercontinental de Clubes se resolverá a 90 minutos y en su defecto, si no hay ganador en el tiempo reglamentario, mediante penales. Ni uno es tan banca, ni el otro tan punto. Ya se verá cuando la pelota comience a rodar por el campo de juego del estadio Nacional. (Télam)
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