Jorge Salum
La investigación sobre los incidentes en el clásico no arroja resultados. El policía César Adrián Juárez no murió el domingo porque acaso no era su hora. Lo mismo puede decirse de todas las personas, incluso barrabravas, que pudieron estar en la dirección de los balazos que disparó un maniático con un arma tan pequeña como letal: la pistola 6.35. Pero a cuatro días del clásico, las dudas acerca de si existe una verdadera voluntad de investigar qué falló del operativo de seguridad, si es que algo falló, y quién fue el autor de esos disparos criminales comienzan a agigantarse. Las preguntas en torno a este episodio lamentable se multiplican. ¿Quién ingresó el arma al estadio, y cuándo? ¿Fue el mismo domingo, fue antes o fue cuando alguien, a 20 minutos del final del partido, decidió abrir las puertas y ya no había cacheos? Si es cierto que la policía ya tenía casi identificada a la persona que disparó, ¿por qué todavía no la identificó y la detuvo? ¿Por qué es tan difícil saber quién apretó el gatillo no menos de 6 veces si esa persona estaba rodeada de cientos de otras personas, de frente a decenas de policías y registrada por un montón de cámaras? Hasta ahora las hipótesis parecen haberse cerrado sobre una sola, que convierte a los tristemente célebres Pillines en los principales sospechosos. Pero lo único que apunta a este grupo de unos 400 barrabravas, liderado por Andrés Bracamonte, es que los balazos de la 6.35 partieron del sector donde ellos estaban. Si hay otras pruebas, nadie las conoce, y a esta altura la investigación parece contaminada por demasiados factores. Uno de ellos es la interna policial, que recrudeció en las últimas semanas por la proximidad del nombramiento de nuevas autoridades en coincidencia con el final de la intervención. Para colmo de males, esta interna a veces se cruza increíblemente con la interna de la barra brava, y se manifiesta en información contradictoria, que no siempre parece destinada a confundir a la opinión pública sino más bien a diluir la investigación en búsquedas interminables de supuestos sospechosos que siempre están por ser detenidos y nunca aparecen. ¿Acaso hay un sector de la policía que protege a los barrabravas, como muchos sospechan? Esa es la pregunta que susurran al oído de sus íntimos algunos detectives que no alcanzan a entender la trama de lo que aconteció el domingo. Muchos de ellos casi dan por sentado que existió una negociación previa entre la policía y los Pillines para que no hubiera incidentes, y ahora no entienden por qué tienen un herido, para colmo colega, y mucho menos por qué es tan difícil identificar a los responsables en el caso de que esos contactos previos hayan existido. Si Bracamonte tiene una relación casi de parentesco con el jefe de una comisaría, y si su gente no tuvo nada que ver con el incidente como ellos mismos afirman, ¿los Pillines no podrían colaborar con la investigación? En el edificio de la ex fábrica militar, donde ahora funciona la Jefatura de Policía, hay muchos oficiales -la mayoría de ellos de poca graduación pero también algunos jefes, que no quieren saber nada de negociar con barrabravas- que se hacen esta pregunta. Y todavía no encuentran la respuesta. El operativo estaba a cargo del interventor de la Unidad Regional II, Ricardo Milicic. En total, hubo 1.200 efectivos afectados, la misma cantidad que cuida la seguridad de los rosarinos cualquier día de la semana. Muchos de los 39.000 hinchas que entraron al estadio fueron cacheados, algunos de ellos hasta tres veces, para evitar que ingresaran con armas o cualquier otro elemento contundente. Pero muchos no significa todos y en la propia policía hay quienes afirman que algunos hinchas de Rosario Central pasaron de largo por algunos controles distraídos. ¿Fue así como ingresaron la pistola 6.35 que hirió a Juárez? Quizás el operativo fracasó porque alguien estaba interesado en que fallara. Y no son pocos los que sostienen que en la propia policía hubo gente que trabajó para que eso sucediera. ¿Significa eso que un uniformado ingresó la 6.35? Nadie lo sabe, o si lo sabe no puede probarlo. Alguien debería incluir estas y aún otras hipótesis en la investigación. Y a quienes tienen la responsabilidad de hacerlo tendrían que dejarlos trabajar sin temor a lo que puedan averiguar.
| |