Diecisiete personas murieron en accidentes de tránsito en las calles y los accesos a Rosario sólo durante los 12 primeros días del mes y otras doce quedaron gravemente heridas. Específicamente dentro del ejido de la ciudad el número de víctimas fatales llegó a ocho: una cifra que no deja de ser alarmante porque aún resta transitar otros 15 días de noviembre, cuando los promedios hasta octubre rondaban los siete decesos mensuales por accidentes en la ciudad. Pese a todo, si no se produjeran nuevos picos de muertes aún se estaría cerca -o incluso por debajo- del registro del 2000, cuando el número total de víctimas llegó a 92, con un promedio de 7,6 mensuales.
Más allá de las estadísticas y las jurisdicciones, que diecisiete personas hayan muerto en apenas 12 días en Rosario y sus alrededores (aparte de la mujer fallecida ayer en Villa Gobernador Gálvez) resulta dramático por sí solo.
"Es sencillamente una barbaridad", afirmó el titular de la Dirección Provincial de Accidentología y Emergencias Sanitarias (Dipaes), Eduardo Wagner, con la esperanza de que las cifras detalladas por La Capital "no marquen una tendencia sino circunstancias puntuales".
La Dirección de Tránsito municipal y la policía provincial son los dos organismos responsables del control del tránsito. Al municipio le toca actuar dentro de los límites urbanos y a la policía hacerlo en las rutas provinciales y nacionales, incluyendo los accesos a la ciudad.
"La noticia de que en apenas 12 días se haya muerto más de la mitad de la gente que falleció en los primeros seis meses del año demuestra que ni uno ni otro controlan como corresponde", sostuvo el director de la Fundación Conciencia Vial, Gerónimo Bonavera.
"Las leyes están muy bien hechas, el problema es que no se hacen cumplir", coincidió el titular del Dipaes. Para el funcionario, por ejemplo, no es concebible que las penas por faltas graves de tránsito terminen restringidas a una multa económica: "La sanción debe ser ejemplificadora: al que tiene antecedentes serios no le puede doler sólo el bolsillo, hay que quitarle el carné, primero, hasta llegar a la inhabilitación".
Reclaman más sanciones
Bonavera está convencido de que "el tema pasa por evitar que la gente se mate, no por hacer campañas de debate". Para lograrlo, o al menos para bajar los índices de siniestralidad, también insistió con que la sanción de las faltas graves debe llegar hasta la inhabilitación.
Familiarizado con la problemática en Rosario, Bonavera apuntó sus cañones al desempeño municipal. "La Dirección de Tránsito funciona como un organismo burocrático y recaudatorio, estrechamente vinculado al estacionamiento medido, con campañas de prevención de accidentes que parecen espasmódicas".
Como ejemplos de esa afirmación, citó las campañas para el uso de casco y el cinturón de seguridad o la publicidad que alcanzó en su momento la sanción del Código del Peatón por parte del Concejo. Según Bonavera, luego de ganar presencia significativa en la prensa, pocos controles reforzaron su continuidad.
Por ello, Bonavera encontró "absurdo" que los esfuerzos de Tránsito parezcan más orientados a sancionar las faltas que se cometen por mal estacionamiento que aquellas que ponen en riesgo la vida.
Usar casco y cinturón de seguridad, respetar la derecha, no sobrepasar los límites de velocidad, despejar la senda peatonal y detenerse ante el cartel de "pare" son algunas de las conductas para las que el dirigente reclama una mirada más atenta de las autoridades porque su transgresión genera víctimas humanas.
Con esa idea coincidió Wagner. Dijo, por ejemplo, que poco sentido tienen las campañas de medición de alcoholemia "a las 10 de la noche", cuando se sabe que los riesgos aumentan al amanecer. "Es cierto que hay muchos causales en los accidentes y no se puede generalizar, pero también lo es que pueden identificarse grupos de edad, horarios y lugares que seguramente resultan más peligrosos y donde debe ser más estricto el control".