Año CXXXIV
 Nº 49.293
Rosario,
miércoles  14 de
noviembre de 2001
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El lugar milagroso en la calle 128
Una nena de 4 años voló por la ventana cuando el motor del avión de American cayó en su casa. Se salvó

Nueva York.- La gran casa blanca de madera y de tres pisos se ha transformado ya para los habitantes de Rockaway en el lugar milagroso. Fue en ella donde Shannon McKeon, una nena de 4 años, estaba desayunando sentada sobre las rodillas de su padre Kevin cuando el motor de un Airbus A300 cayó desde el cielo.
Shannon voló por la ventana y aterrizó en el jardín, en medio de sus juguetes y de lo que quedaba de la embarcación de su padre. Se la encontró con algunos rasguños y mucho miedo y ahora la gente va en peregrinaje a ver lo que queda del pequeño cobertizo a la casa de los McKeon donde se hallaba la pequeña lancha de la familia durante el invierno.
Los Mckeon encontraron refugio en la casa de unos amigos: "Shannon está bien, aunque no sé cómo hará para olvidar", cuenta Karuy Nrugger, de 28 años, una amiga de la familia.
Los aviones volvieron a volar sobre Rockaway, la franja de tierra en la extrema periferia de Queens. La comunidad local, una mezcla de irlandeses, italianos y gentes de otros orígenes, había tenido más de 70 muertos el 11 de septiembre y, ahora, espera noticias sobre por lo menos nueve personas a las que aún no se pudo encontrar; entre las calles 130 y 132 hay desde el lunes en lugar de casas un cráter color carbón.
De todas formas, el balance igual que la historia del vuelo a través de la ventana de la joven Shannon y de su papá es también un milagro.
Un Airbus que cae podría haber provocado una matanza más grave aún, pero "es el modo en que cayó lo que salvó a tanta gente", cuenta Sean Sooke, de 19 años, estudiante en una escuela de Brooklyn. Rockaway aún no puede creer lo ocurrido. Allí detrás de cada casa hay un lugar para guardar la embarcación de la familia, y Manhattan y sus neurosis están muy lejos. Los aviones, que hasta el 11 de septiembre y el 12 de noviembre jamás habían sido vistos como enemigos, amenazan ahora.
"Crecí en este barrio, cuenta un bombero, me resulta increíble trabajar en medio de las casa de mis amigos. Mi estación, la Engeine 268, perdió cuatro hombres en el World Trade Center. Y ahora esto... Espero que podamos volver a la vida de siempre".
Lo esperan todos los habitantes del lugar, pero seguramente no será nada fácil aunque muchos dicen "estamos vivos y de alguna manera volveremos a comenzar". (Ansa)


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