Kabul y Washington. - Las fuerzas antitalibán tomaron ayer Kabul, la capital afgana, y reportaron importantes avances en el sureño reducto del movimiento integrista, en lo que parece como un acelerado e inexplicable derrumbe del poder de los talibanes, quienes como respuesta dijeron que se preparaban para la lucha guerrillera desde las montañas. Un responsable de la Alianza del Norte informó que tomaron también el aeropuerto de Kandahar, en el sur del país, considerado el feudo de los talibanes. Miles de milicianos se concentraban anoche en torno a esta ciudad, la verdadera capital del Talibán y se consideraba inminente una ofensiva. Además, Estados Unidos admitió que tropas propias ingresaron en la recién liberada Kabul para garantizar el orden público. La Alianza del Norte mantiene unos 8.000 hombres en la capital afgana.
Con los avances de la opositora Alianza del Norte excediendo los políticos, la atención internacional se centró en tratar de establecer un gobierno de amplia base para reemplazar al Talibán, que ha estado protegiendo a los considerados responsables de los cruentos ataques del 11 de septiembre en EEUU. Tanto EEUU como sus aliados reaccionaron con alegría y preocupación al mismo tiempo ante las noticias del avance de la Alianza del Norte hacia Kabul. Y es que con el alborozo por los éxitos militares de sus aliados se mezclaba la preocupación por que esto pudiera poner en peligro el objetivo político de crear una gran coalición formada por los principales grupos étnicos de Afganistán.
Las Naciones Unidas dijeron que enviarían representantes a Kabul y pidieron a las diferentes facciones que se reúnan para establecer el futuro del país.
Aeronaves de combate perseguían en tanto a las fuerzas en huida del Talibán y su líder supremo, Mohammad Omar, instó a sus dispersas tropas a reagruparse, seguir combatiendo y obedecer a sus comandantes. En Kabul, extasiados jóvenes se afeitaban las barbas que el Talibán les había obligado a usar y música, proscrita por su policía religiosa, se escuchó por primera vez en cinco años. No se informó en absoluto del paradero de Osama Bin Laden, el exiliado de origen saudita responsabilizado de los ataques de septiembre con aviones comerciales secuestrados que dejaron unos 4.600 muertos en Nueva York y Washington y desataron la represalia militar estadounidense contra Afganistán. Bin Laden, a quien el presidente estadounidense, George W. Bush, ha dicho que desea ver "vivo o muerto", fue visto por última vez en la región de Kabul por un periodista paquistaní que lo entrevistó.
Asimismo, se supo que en su huida los talibanes se llevaron a los ocho trabajadores extranjeros de un grupo de asistencia humanitaria detenidos en Afganistán bajo cargos de propagar el cristianismo. Los rehenes fueron trasladados al reducto del movimiento en Kandahar, sur afgano, dijo el padre de una de las prisioneras.
En EEUU, funcionarios de Transporte dijeron que los primeros indicios sugieren que una aeronave de American Airlines que se estrelló el lunes en Nueva York, causando la muerte de sus 260 ocupantes y varios más en tierra, pudo caer a causa de un accidente y no de un atentado similar a los que hicieron estallar la guerra contra el terrorismo.
Vuelve el derrocado presidente
Mientras la Alianza del Norte, integrada en su mayoría por miembros de las etnias minoritarias tayika, uzbeka y hazara, avanzaba triunfalmente hacia el sur, en territorios controlados por la mayoría pashtún y se divulgaban los primeros informes de asesinatos de venganza, líderes internacionales hicieron llamamientos a que se respeten los derechos humanos.
Nurhanuddin Rabbani, presidente derrocado por los talibanes en 1996, dijo que el ex rey de Afganistán Zahir Sha, depuesto en 1973, puede regresar al país solamente como un ciudadano común. Rabbani, quien anunció que hoy regresará a Afganistán, hizo las declaraciones a la cadena televisiva de Qatar, Al Jazira.
Analistas militares manifestaron cautela en torno a la característicamente azarosa naturaleza del conflicto en el mediterráneo país centroasiático, donde avances impresionantes son seguidos, con frecuencia, por igualmente impresionantes repliegues. El Talibán se vio obligado a emprender la retirada de Kabul debido a los intensos bombardeos estadounidenses y el fuego de artillería de la oposición. Sin embargo, analistas militares opinan que la milicia fundamentalista continúa siendo un adversario temible si decide cambiar su estrategia y convertirla en un conflicto que maneja con más eficiencia: un enfrentamiento guerrillero. El Talibán nunca tuvo la oportunidad de librar una batalla convencional contra la Alianza del Norte mientras sus posiciones eran constantemente atacadas por bombardeos estadounidenses. Sin embargo, el terreno árido e inhóspito de Afganistán resulta perfecto para pequeños grupos de combatientes guerrilleros que montan ataques sorpresivos y luego desaparecen, como lo demostraron los guerreros santos durante la década de 1980 cuando se enfrentaron y derrotaron al poderío del ejército soviético.
Pero en el terreno del conflicto inmediato, el régimen del Talibán parecía estar hecho añicos cuando saludados por jubilosos residentes, combatientes de la oposición ingresaron en Kabul en abierto desafío a las presiones internacionales para que permanecieran fuera de la capital. Se temía que el control de Kabul por las fuerzas opositoras al Talibán alienaría tanto a la etnia pasthún predominante como al vecino Pakistán, un aliado clave en la coalición de Bush donde esa etnia constituye buena parte de su población.
Mientras el Talibán se retiraba en hordas hacia su reducto de Kandahar, en el sur de Afganistán, testigos que llegaban a Pakistán dijeron que miles de combatientes tribales antitalibán habían ocupado un aeropuerto en la ex capital monárquica y avanzaban hacia Kandahar. Otros combatientes antitalibán llegaron a la posta afgana de Torkham, fronteriza con Pakistán, en el extremo oeste del célebre Paso de Khyber. En el oeste, un portavoz antitalibán dijo que el comandante opositor Ismail Khan ingresó en la madrugada de ayer en la ancestral ciudad de Herat, su ex bastión, seguido por 4.000 combatientes. Y en el suroeste, un caudillo antitalibán dijo que sus fuerzas habían capturado la provincia de Nimruz, fronteriza con Irán.
Bush está "sumamente satisfecho" con el progreso de la guerra en Afganistán, pero considera que "es importante para todas las partes comportarse de formas que sean consistentes con los derechos humanos", dijo en Washington el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer. En medio de informes de saqueos y matanzas por fuerzas de la Alianza del Norte, Fleischer dijo que ese mensaje les fue transmitido.
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EEUU despliega sus tropas
Fuerzas especiales de EEUU han sido desplegadas en el sur de Afganistán, así como tropas similares que brindan apoyo a la lucha contra el talibán y la red Al Qaeda (La base) en el norte, informó el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld. El Pentágono había dicho anteriormente que menos de 100 efectivos de sus tropas especiales habían penetrado en territorio afgano, pero Rumsfeld señaló que además de en esas áreas bajo el control de la opositora Alianza del Norte "también tenemos fuerzas de operaciones especiales en el sur del país".
El secretario de Estado explicó que esas tropas también intentan enfocarse "en la tarea de abrir un «puente terrestre» hacia Uzbekistán y reparar algunos aeropuertos, probablemente en la zona de (la ciudad de) Mazar-i-Sharif, así como al norte de Kabul, de modo que pueda transportarse ayuda humanitaria al pueblo afgano".
El líder supremo del Talibán exhortó a sus dispersos combatientes a presentar batalla. "Les ordeno que obedezcan plenamente a sus comandantes y que no vayan de un lado a otro", dijo Omar, según la cita divulgada por la agencia de noticias Prensa Islámica Afgana, con sede en Pakistán, en un mensaje en pashto a través de su red de comunicaciones inalámbricas. "Cualquiera que vaya de un lado a otro es como una gallina degollada, que sucumbe y muere. Ustedes deben reagruparse, resistir y combatir", agregó. Según informó la cadena árabe de televisión Al Jazira, los talibanes reconquistaron la ciudad de Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán.
Tras la caída de Kabul, todos los integrantes de la embajada talibán en Islamabad abandonaron ayer apresuradamente la capital paquistaní. (Reuters, DPA y Ansa)