Kabul. - Los talibanes ya no están en Kabul y la música vuelve a sonar en las ondas de la radio de la ciudad. La voz de una locutora suena a preludio de lo que vendrá. Algunos jóvenes que se han afeitado la barba visten jeans y las mujeres se atreven a quitarse el burka, esa especie de vestido-cárcel que revistió la humanidad femenina durante el dominio talibán. Detalles impensables para una ciudad que ha vivido bajo el régimen talibán durante los últimos cinco años.
Muchos hombres en Kabul se afeitaron la barba -un símbolo que los talibanes obligaban a lucir a los varones- a pocas horas de la llegada aparentemente salvadora de la Alianza del Norte. Algunos jóvenes se atrevieron, incluso, a realizar un cambio drástico y pasaron de la vestimenta tradicional a los jeans convencionales. Las mujeres dejaron de lado los burkas, esas túnicas que las cubrían de pies a cabeza y que sólo dejaban una rejilla a la altura de los ojos. A contadas horas del ingreso de la Alianza, gran parte de Kabul comenzó a deshacerse de los símbolos de los fundamentalistas talibanes.
La primera emisión de la radio fue una oración del Corán. Después, y sin previo aviso, la Alianza del Norte emitió una canción de un cantante muy popular, Farhad Darya, que vive en el exilio en Europa. Después, una presentadora anunció la "victoria" sobre los talibanes y que éstos habían huido de la ciudad.
El hecho de que haya sido una mujer la que hizo este anuncio también marca un cambio, ya que el régimen anterior les impedía trabajar y acceder a la educación. "Alegrensé por esta gran victoria, debemos dar gracias a Alá por haber dado a nuestro país la ocasión de unirse", dijo la presentadora, que pidió a la población que no tenga miedo a disturbios durante la toma de la capital por la opositora Alianza del Norte. Además de la música, los talibanes habían prohibido el cine, la televisión y las fotografías de seres vivos.
Educación y trabajo para las mujeres
Pero la Alianza no se durmió en lo laureles y rápidamente realizó anuncios significativos: Las mujeres y las niñas afganas podrán volver al trabajo y a las escuelas. La oposición armada al régimen talibán -también llamado Frente Unido- derogó así, a pocas horas de su ingreso en la capital de Afganistán, las leyes del régimen que prohibían a las mujeres derechos fundamentales como el trabajo, la educación y la atención sanitaria.
Cuando los talibanes conquistaron Kabul, el 27 de septiembre de 1996, el mulá Omar ordenó desterrar a la mujer de la vida civil, expulsándola de la enseñanza y confinándola al hogar. El 65% del padrón del profesorado, el 40% de los escolares y casi la mitad de los 7.000 estudiantes de la Universidad de Kabul eran mujeres.
Ahora, la Alianza prometió modificar esta medida. "Los mujahidines (combatientes islámicos) anuncian a todas las mujeres de Afganistán la buena noticia de que tienen el derecho de continuar sus estudios y de trabajar de acuerdo con la enseñanza islámica y según sus honorables tradiciones", señala el comunicado de la Alianza. La oposición de los talibanes añade que "ofrecerá a las mujeres afganas la posibilidad de que trabajen y se beneficien de una formación".
Amnistía Internacional (AI), por su parte, advirtió sobre el "riesgo de represalias" contra la población civil por parte de la Alianza del Norte. La entrada del grupo antitalibán en la capital afgana -ciudad en la que residían cerca de un millón de personas hasta que el pasado 7 de octubre la aviación estadounidense comenzase a bombardear- "sin una supervisión internacional para proteger a los civiles indica que la agenda militar se ha impuesto a las preocupaciones sobre derechos humanos", afirma la presidenta de AI, Irene Khan.
"Estamos muy preocupados por la población de Kabul, que ahora corre un grave riesgo de ataques y asesinatos como venganza", señaló Khan previendo un ajuste de cuentas contra los seguidores de los talibanes que habiten en la capital afgana.