Año CXXXIV
 Nº 49.299
Rosario,
martes  13 de
noviembre de 2001
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¿Pelea de barras?
La policía sigue la pista de un ajuste de cuentas tras la violencia en el clásico

Jorge Salum

La policía local ya tiene identificada a la persona que ingresó al Coloso el arma utilizada por un delincuente todavía desconocido para disparar varios tiros a quemarropa, desde el sector ocupado por un grupo de barrabravas de Rosario Central, después del partido entre Newell's y Central.
Fuentes de la Unidad Regional II le dijeron anoche a Ovacion que muy probablemente "el sospechoso de pasar la pistola calibre 6.25 por los controles policiales estaría en condiciones de identificar a quién disparó contra el agente César Adrián Juárez", aunque eso recién se sabrá una vez que logren detener a esta persona y le tomen una declaración judicial. Y según un informante la bala que hirió a Juárez no iba destinada a él sino a un barrabrava canalla.
Al cierre de esta edición varias patrullas policiales realizaban procedimientos y allanamientos para hallar a esa persona, que ahora pasó a ser una pieza clave, absolutamente clave en la investigación.
Según fuentes consultadas por este diario, el arma fue entregada a un grupo de barrabravas por alguien que posiblemente la escondió entre sus ropas, aprovechando que se trata de una pistola muy pequeña, ya que sus dimensiones son de 8 por 6 centímetros. En principio los investigadores creen que se trataría de un trabajo por encargo y están casi seguros de que quien ingresó con la pistola no fue el que efectuó los disparos, entre ellos el que hirió a Juárez.
Los detectives todavía no están seguros de que la declaración de esta persona permita identificar con certeza al autor de los disparos, pero sí creen que puede circunscribir las pesquisas a un grupo determinado de sospechosos. De todos modos, hay amplio consenso entre los investigadores en cuanto a que el arma fue manipulada, casi con seguridad, por barrabravas de Rosario Central, aunque aún no tienen plenamente identificado el grupo al que pertenecerían estos hinchas.
Los investigadores aguardan con cierta expectativa los resultados de las pericias que deberán practicarse sobre las imágenes captadas por las cámaras de seguridad instaladas en el estadio por el club local.
Se trata de los equipos de filmación que Newell's colocó respondiendo a una orden emanada de la AFA. Sin embargo, los detectives saben que tendrán que esperar, porque las cámaras estaban muy lejos y la definición de las imágenes no son buenas. Aún así, creen que esta prueba puede ser esencial para identificar al autor del disparo.
Los policías que están detrás del agresor están casi convencidos de que el ataque formó parte de una interna entre sectores enfrentados de la barra brava auriazul. Es más: algunos de ellos no podían dejar de asociar este hecho, que casi le cuesta la vida a Juárez, con un tiroteo que se produjo durante la madrugada previa al clásico en jurisdicción de la comisaría 11ª. En ese episodio resultó herida nada menos que la concubina de Paquito Ferreyra, conocido por su condición de hincha violento y hasta hace poco miembro del sector liderado por Pillín Bracamonte. La mujer de Paquito, o Paco Mono como también le dicen, recibió un disparo en el abdomen y tuvo que ser internada en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde ayer la operaron. Después de ese incidente, Ferreyra habría salido a buscar a los agresores munido de una escopeta, hasta que tuvo que esconderse porque supo que la policía ya lo buscaba. Aunque hubo allanamientos a algunos de los domicilios que frecuenta, la escopeta no se encontró y por ahora el episodio que pinta a Paquito como un justiciero no pasa de ser una hipótesis. Sin embargo, los detectives más suspicaces no descartan que la venganza se haya producido finalmente unas horas más tarde, precisamente en el estadio del parque Independencia. De ser así, el autor de los disparos bien pudo ser un allegado a Paquito, ya que él fue detenido por la policía cuando intentaba entrar al estadio por la puerta 8, un rato antes del comienzo del partido.
Los sabuesos de la policía especulan con la posibilidad de que la chiquita y poderosa 6.25 tal vez haya estado destinada a Ferreyra y que, ante su detención, quizás cayó en manos de uno de sus más fieles seguidores. Para desentrañar esta madeja y disipar las dudas es que existía mucho interés en detener cuanto antes a la persona que ingresó con el arma superando todos los controles. A propósito de esto, las autoridades de la Unidad Regional II insistían ayer en que el operativo de seguridad cumplió con su objetivo porque durante el partido no hubo incidentes, más allá de las folclóricas trepadas a los alambrados que obligaron a interrumpir un par de veces el encuentro. Según voceros de la jefatura, ni siquiera el ingreso de la 6.25 puede contabilizarse como una fisura grave del operativo, ya que se trata de un arma muy pequeña y los controles en el ingreso al estadio no son iguales a los que se efectúan, por ejemplo, en la entrada a una cárcel. "Los cacheos, en estos casos, no son extremadamente rígidos, primero porque al estadio ingresan 39.000 personas y segundo porque la policía no puede revisar hasta los genitales de los hinchas", comentó uno de los tantos miembros del operativo. De acuerdo con esta fuente, los cacheos son más disuasivos que otra cosa, ya que en caso de ser más profundos no sólo serían interminables sino que hasta podrían violar algunas garantías de los ciudadanos.



El policía es trasladado tras ser herido de bala.
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