Buenos Aires se vistió de verdugo y ayer terminó con la ilusión rosarina de pasar de ronda. A las huestes rosarinas sólo les servía un triunfo, pero no pudo ser. Fundamentó el triunfo sobre todo en el desempeño de sus backs, el conjunto porteño doblegó al rosarino por 30 a 16 en forma inapelable. Ayer Rosario fue un equipo descompensado. La gran labor que tuvieron los forwards de poco sirvió ya que la línea de backs no rindió de la misma forma. Las producciones fueron diametralmente opuestas. Los tres cuartos no supieron capitalizar todo el esfuerzo de los ocho de adelante y eso se notó. Una cosa fue el pack y otra muy distinta desde el apertura para afuera. Si a esa descompensación se le suma que el equipo no tuvo un tackle contundente (muy necesario para frenar a un equipo como Buenos Aires que asedió constantemente) y que cuando entraron en contacto los rosarinos perdieron infinidad de pelotas. Las consecuencias resultaron obvias. Al ataque de Rosario le faltó contundencia. Tuvo problemas en los pases y muchos de ellos derivaron en knoc on varios y dieron por tierra a muchos intentos y ensombreció aún más el panorama con el correr de los minutos. La buena defensa porteña también tuvo mucho que ver, pero no fue tan sólida como para no poder quebrarla. Buenos Aires, en tanto, que tuvo dificultad en controlar los mauls y las formaciones fijas rosarinas, apeló mucho al juego de sus tres cuartos donde sabía que ganaba el duelo. Desde atrás el conjunto de Larroca y Abad comenzó a ganar la pulseada. De hecho todos los tries porteños llegaron por esa vía, aprovechando los garrafales errores en la marca del equipo local. Así fue sumando y se quedó con la victoria.
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