Los brazos en alto y los abrazos del final fueron una clara señal de que el objetivo se había cumplido: Rosario está en las semifinales del Campeonato Argentino. A priori tenía que ganar y hacerlo por más de dos puntos de diferencia y en ese y en todos los sentidos no dejó dudas. Se impuso por 25 a 11 y no sólo consiguió el pasaporte sino que además dejó afuera de la siguiente instancia al conjunto porteño.
Fue un triunfo significativo, por el rival y por la forma en que se dio. Buenos Aires llegaba con un abultado triunfo ante Santa Fe y con la chapa de gran candidato pero en el balance de los ochenta minutos demostró una pobreza tal en su juego que lo pagó quedándose sin semifinales.
Dio toda la sensación que pensaron más en la instancia decisiva que en el partido que estaban jugando. Esa displicencia la pagaron caro. Rosario, que no arrancó bien, logró ir de menor a mayor en el juego y pudo dar una muestra de que los encuentros se ganan dentro de la cancha y que la "chapa" hay que lustrarla todos los días.
Desde una defensa muy sólida, el equipo que dirigen Aldo Rovea y Rodrigo Crexell fue construyendo una victoria inobjetable, un triunfo con un sabor especial, aunque tuvo bastantes dificultades en el line y fue sancionado en reiteradas oportunidades por hablar.
Velocidad y convicción fueron también algunos de los atributos que mostró el quince local y quedó más que demostrado en el try de Miralles (con palomita incluida), cuya carrera pegadita a la línea de touch resultó imparable.
Fue tal el desconcierto que le originó Rosario a la visita que esta no tuvo respuestas ni anímicas ni rugbísticas para dar vuelta la historia. Dueño del 80% de las pelotas y con un dominio territorial muy grande, Rosario volvió a mostrar sus condiciones aunque si quiere aspirar a algo grande deberá trabajar duro en estos pocos días que le quedan. Material hay. Depende de ellos.
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La Ciudad
