Rodolfo Montes
Edgardo Bauza tuvo una noche de éxito profesional, pero en su corazón vibraron sentimientos encontrados. Con sobriedad manejó la estrategia de un Vélez que venía complicado en la tabla, tan necesitado de triunfos como su rival. Su presencia en el banco de suplentes contrario al equipo canalla fue la nota destacada de la noche antes que se ponga en movimiento la pelota. La comunicación con los doscientos canallas de la tribuna visitante fue casi nula, no le profesaron gestos de afecto, pero tampoco gritos hostiles ni silbidos. El momento más emotivo en ese inicio fue cuando el Torpedo Arias, de un modo solitario, se acercó especialmente a saludarlo, cosa que el técnico retribuyó ya con el partido concluido. Con el resultado puesto el Patón caminó varios pasos sobre el césped para besar y abrazar a uno de sus hijos preferidos. El primer tiempo de Vélez fue malo, pero el Patón se mantuvo tranquilo, sin dar demasiadas indicaciones. Luego, antes de la segunda mitad, el ex técnico canalla se acercó especialmente hasta el banco auriazul y saludó uno a uno a todos sus habitantes, incluido el técnico Juan José López. Es que no le resultó fácil contener sus emociones, el pasado reciente se proyectaba sobre una noche especial. Después, el partido se encendió con los goles y con la expulsión de Mauro Cetto; y entonces Bauza se mostró más enérgico y desde el borde del campo empujó a su equipo al frente. Había comprendido que el partido se podía ganar. Ya con el encuentro terminado, un nervioso Bauza se movió por los corredores del Amalfitani y no paró de entregar afecto a todos los jugadores canallas que se le cruzaron en su marcha. Aquel hincha de Granadero Baigorria, aquel ex jugador y después técnico auriazul ya no pudo ocultar su sentimientos. Como pudo superó con éxito una de sus noches más difíciles.
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