El libro de Joaquín Sabina "Ciento volando (de catorce)" tiene 100 sonetos, entre ellos, "Sotanas y coturnos": Mi infancia era un cuartel, una campana/ y el babi de los padres salesianos/ y el rosario ocho lunes por semana/ y los sábados otra de romanos. Marcado por sotanas y coturnos,/ con sangre, para que la letra entrara/ párvulo fui, de ardores taciturnos,/ con tutores de mármol de Carrara. Y el picón del brasero por las tardes,/ el acné y el catón y las primeras/ hogueras a la vera de la nieve. Y los adultos fieros y cobardes/ y los tricornios por las carreteras/ y escapar al cumplir los diecinueve. Son escritos de 40 años de trabajo que, según el prólogo de Luis García Montero, remiten a un mundo "que surge de la melancolía para desembocar en impulsos irónicos". Como "Coitus interrupto (sic.)": Ojalá quien visite este folleto/ sea lego en Chaquespiare y en sor Juana,/ no compite mi boina de paleto/ con el chambergo de Villamediana. Sacando chispas donde falta lumbre,/ si un verso crispa su reverso ampara,/ mientras dispara contra la costumbre/ de ponerle al buen tiempo mala cara. Muchos quieren brindar con los amigos,/ varios desactivar un exabrupto,/ dos o tres avivar el avispero. Todos, obviando premios y castigos,/duran menos en el coitus interrupto/ de tantas despedidas de soltero.
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