Un equipo puede estar estructurado defensivamente de la manera más adecuada y cumplir esa premisa al pie de la letra. Puede armar su dibujo en la mitad de la cancha con el esquema táctico más adecuado: netamente defensivo, esencialmente ofensivo, arriesgadamente cauteloso y un sinnúmero de variantes, a gusto del consumidor futbolero. Pero si ofensivamente un equipo no genera situaciones, o si lo hace y no las sabe resolver, o si no convierte siquiera con la ayuda de la suerte, de poco sirve que en el resto de sus líneas el andamiaje funcione. En el caso de Newell's son sus hombres de punta los que mayor déficit presentan (ver "Los goles nuestros..."), pero a la hora de generar situaciones, es el equipo el que adolece de resolución. Newell's dispuso ayer de siete situaciones claras para convertir -tres en la primera mitad y cuatro en el complemento- y algunas situaciones aisladas que no pueden considerarse como llegadas. Los rojinegros mostraron mucho más esa faceta en el complemento y quien más cerca estuvo de convertir fue nuevamente Maximiliano Rodríguez (32' del primer tiempo y 30 segundos del período final). Una jugada de Saldaña (19') que Pereyra desvió al córner, una bien clara de Pavlovich cuando los primeros 45 minutos se morían, un disparo de Dueña (48') que Comizzo mandó al córner, el gol anulado a William Vázquez (76') y otro remate del colombiano (80') fueron las jugadas en las que los leprosos estuvieron cerca. Pero estar cerca no implica concretar. Y Newell's no concreta. Quizás la flaqueza goleadora rojinegra no tenga que ver con la implementación de tal o cual esquema. Tal vez esté en relación directa con un plantel corto que carece de las variantes adecuadas para concretar lo que genera. Sin refuerzos de jerarquía, con delanteros que no están pasando por su mejor momento, la situación de Newell's se torna preocupante. El técnico que dice estar tan tranquilo íntimamente no debe estarlo tanto. Su equipo no consigue triunfos y la implementación de nuevos esquemas no logra los resultados esperados. Entonces, no son muchos los motivos para ilusionarse. Salvo un cambio radical de timón, los márgenes son cada vez más estrechos. Pero si los números no varían, ¿cuántas oportunidades más habrá?
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