La pequeña Lucía no sabe ni intuye que su padre alguna vez intentará hacerla hincha de River. Y a mamá Marcela tal vez poco le importe. La pequeña Rocío despunta su corto año y medio de vida entre la casa de los abuelos y los mimos y consentimientos de papá Diego, quien tal vez alguna vez intente hacerla hincha de Newell's. Claro que ya no está mamá Patricia para decir si importa o no importa. Para papá Diego, el uno rojinegro, el que carga con la procesión interna de haber perdido a su esposa en aquel fatídico accidente automovilístico del 30 de julio, el de ayer no fue un día común. El primer Día de la Madre sin Patricia no pasó desapercibido ni tampoco el hecho de que los jugadores de River reemplazaran por primera y única vez la publicidad de sus camisetas para llevar estampadas en ellas el nombre de sus progenitoras. Una idea tan plausible como original del sponsors de la camiseta. Diego no puede evitar que los ojos se le llenen de lágrimas cuando recuerda a su pequeño gran amor y sabe que de ahora en más las cosas serán difíciles. "Es un momento muy difícil, pero tengo que salir adelante por mi hija". Rocío no deja de preguntar sobre su madre, a la que nombra seguido, al igual que la pequeña Lucía, una de las tantas niñas que pueden llenarse la boca con un estridente "mamaaaá", pero a diferencia de Rocío, la madre acude en su auxilio. "No llora por la madre. Le vamos a explicar lo que pasó a medida que vaya creciendo. Antes preguntaba por ella y le decíamos que estaba en una estrella, pero ahora, por consejo del pediatra, le digo que mamá está en su corazón. Y eso es lo mejor", asegura Diego Luque desde una posición durísima: ser padre y madre a la vez. Papá Diego trabaja en el arco de Newell's. Gritar, ordenar, tratar de que Ortega, Cambiasso y compañía no le hagan goles, estirarse y revolcarse, volar y achicar, todo forma parte de su trabajo. Y cada vez que enfrentó al pibe D'Alessandro no sólo vio un rival, vio también el nombre de Gladys, la mamá del pibe. Y no puede dejar de pensar en Patricia ni en la pequeña Rocío, que a cientos de kilómetros de su papá seguramente también habrá pasado un especial y emocionado Día de la Madre. "Fue un día especial, para qué te voy a mentir, pero estoy bien. Tengo que estarlo por Rocío. Cuando atajás te olvidás de casi todo. Pero sin dudas que el de hoy (por ayer) fue un día distinto". Luque se hace fuerte en el dolor. Y no deja de pensar en cómo va a crecer Rocío...
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