El negocio de la venta de discos comenzó a dar vueltas. La crisis de Musimundo, la recesión y la piratería de la música convulsionaron el escenario de las empresas locales del rubro - generalmente de pequeña y mediana escala- que por estos días se enfrentan al desafío de barajar y dar de nuevo para quedarse con una porción del mercado. Para eso, las firmas rosarinas ensayan nuevas fórmulas cuya diversidad está íntimamente ligada a sus posibilidades financieras, a su clientela y, en definitiva, al perfil que pretenden darle a su negocio.
Así empiezan a tomar cuerpo en la ciudad tendencias que ya llevan años en otras partes del mundo, incluso en Buenos Aires, en las que la oferta discográfica se combina con la literatura. Al tiempo que otras, apuestan a la tradicional reducción de precios, una posibilidad que se abrió por la fuerte reducción que implementaron en los últimos meses las compañías discográficas; y a la oferta selectiva y a medida del cliente.
El negocio de la venta de discos no está transitando su mejor época. En 1999, en la Argentina se vendieron 21,3 millones de discos, lo que representó una facturación de 254,6 millones de dólares. En el 2000, el mercado cayó un 30 por ciento a 15 millones de unidades y a 162,1 millones de dólares. Para este año se proyecta una nueva baja. Según proyecciones de empresarios del sector, en 2001 las ventas de discos no superarán los 8 millones de unidades.
La abrupta caída de las ventas reside en un conjunto de factores que sumados, constituyen un cóctel explosivo para las pymes del comercio discográfico, que como las del resto de los sectores, están desfinanciadas y con serios problemas para acceder al crédito.
La recesión económica es una de estas causas, que provocó un descenso no sólo en las ventas sino también en los precios de las unidades. "En los últimos cuatro meses las compañías discográficas bajaron sus precios entre un 30 y 40 por ciento", comentó Juan Manuel Joaquín, titular de la firma local Music Shop. Esta estrategia de las multinacionales de la música, que en parte fue producto de la recesión y también por el hueco que provocó en la demanda la convocatoria de acreedores de Musimundo, imprimió toda una tendencia en la política de precios de las empresas locales.
En rigor, éstas se ven obligadas a bajar el valor de los materiales para poder competir. "Las ventas en unidades crecieron, sólo que a fin de mes, cuando hacés el balance te das cuenta de que tenés la misma o menos ganancia que antes", agregó Joaquín.
Horacio Taleti, uno de los titulares de la disquería Tal Cual rubricó la tendencia. "La caída de precios por unidad, desde el año pasado a este fue de alrededor de un 25 por ciento", aseveró.
A este fenómeno se le suma un problema endémico en el rubro como es la piratería, que según estiman los empresarios de la industria discográfica mueve actualmente alrededor de 100 millones de dólares anuales.
"La piratería se incrementó mucho por los bajos costos de los equipos grabadores de CD y fundamentalmente por la falta de controles", explicó Taleti. En este sentido fue muy preciso: "A media cuadra de uno de nuestros locales existen puestos callejeros que venden todo tipo cassetes y compacts truchos, y nadie controla eso".
Como agravante surge la competencia de la compra por Internet que permite bajar discos gratis de la red. Tras la desaparición de Napster, el sitio más importante de intercambio de archivos que suspendió su servicio el 1º de julio debido a la estocada que realizó en su contra la industria discográfica para que se filtren los materiales con derecho de autor, surgieron una nueva generación de sitios de "file sharing" que de acuerdo a los analistas es cada vez más fácil de usar y más difícil de controlar.
Este segmento responde a una demanda muy ávida, aquellos acostumbrados a escuchar música on line gratis que no se resignan a perder esta posibilidad.
Rogelio Spedaliere, titular de la disquería rosarina Amadeus, considera que en medio de la crisis generalizada, "somo los más afectados". Por caso citó: "estamos golpeados por tres cosas muy fuertes, las copias truchas tanto caseras como las que se ven en las ventas callejeras; la música que se baja por Internet y el uso del MP3".
El ocaso de un gigante
La crisis de Musimundo, la firma que entró en convocatoria de acreedores y que hasta ese momento controlaba casi la mitad del mercado discográfico de la Argentina, no fue un dato más. Esta situación abrió un nuevo escenario en el negocio tanto nacional como local.
Por un lado, les dio aire a las ventas de las firmas locales, muchas de las cuales quedaron en el camino durante el apogeo de la empresa del grupo Exxel y por otro, obligó a las compañías de la industria a replantear su estrategia para con las disquerías chicas, que hoy por hoy, se disputan el mercado.
"Los sellos discográficos apuestan a propuestas diferentes como aquellas que combinan la música con los libros, por ejemplo", explicó Santos Cantoni a cargo del área de discos que comercializa la firma porteña Zivals en un emprendimiento conjunto con Librería Ross.
El especialista explicó que "ante el lanzamiento de un nuevo material, las discográficas ponen un cupo de venta para cada país. Cuando Musimundo estaba en su mejor momento acaparaba toda la oferta y no quedaba nada para las disquerías más chicas". Ahora frente a esta ausencia de una demanda tan fuerte "los sellos no tenían donde vender porque las firmas más chicas desaparecieron y apostaron a esta nueva modalidad que combina libros con música", agregó.
Una salida menos feliz para las empresas locales fue la estrategia de las discográficas de cambiar los tradicionales canales de comercialización. "El mayor problema en este país son las discográficas que están dando manotazos de ahogado", dijo Spedaliere. Tras la caída de Musimundo "salieron a vender los materiales a través de quioscos donde se tributa menos IVA, en lugar de apoyarnos a las disquerías que siempre fuimos sus clientes", agregó el empresario local (ver aparte).
Las estrategias para sobrevivir
Frente a un terreno tan convulsionado las estrategias de supervivencia son de lo más variadas y responden esencialmente al perfil de cada compañía.
"Somos cuidadosos con los costos cien por ciento en todos los niveles", explicó Taleti de Tal Cual. "En nuestro caso, la recesión comenzó a sentirse en el segundo semestre de 2000 a través de caída de las ventas y no sabemos cuándo repuntarán", agregó el empresario.
Como ingeniería ante la crisis, la disquería rosarina que además vende materiales a otras firmas de la provincia, apostó a modernizar los locales y a jugar fuerte en el tema precios. "Disponemos de sistemas de autoservicio pero con atención personalizada, puestos de escucha, mucho surtido y buenos precios", resumió Taleti, quien reconoció que su oferta es muy diversa y apunta al gran público que consume desde chamamé y folclore hasta pop internacional y rock argentino.
Las ventas con materiales traídos a pedido es la estrategia que utilizan en Music Shop. Así lo precisó Joaquín, quien reveló además que otra de las estrategias de la firma local es el trabajo con material usado, que también forma parte de la demanda del público.
La firma Zivals que desembarcó en Rosario a través de una asociación con Librería Ross también es una empresa familiar que tiene sede en Buenos Aires. En este caso, ambas empresas vieron la veta del negocio en ocupar un espacio hacia un público segmentado inexplorado en la ciudad. "Está muy lejos del supermercado discográfico", explicó Cantoni, con esto "apuntamos a un público muy selectivo y con sellos que no son masivos", agregó.