Esta vez no hubo tanta euforia. Sí incertidumbre por lo que podía suceder. Los hinchas rojinegros llegaron en buen número al Coloso del Parque -no tanto como en las primeras presentaciones del equipo- con la ansiedad lógica de no sufrir un nuevo golpe de derrota. Por eso los leprosos lentamente comenzaron a alentar al conjunto del Chocho. Pero el gol de Carrario aplacó los ánimos y hubo un silencio sepulcral y la situación comenzó a tornarse preocupante. A pesar de la angustia, los rojinegros sacaron fuerzas y reiniciaron los gritos de apoyo hacia el plantel. Newell's iba, dominaba -si es que se puede decir así- y generaba una sensación de que el panorama podía cambiarse. No obstante, todo estaba preparado por si las cosas no salían como se esperaba. O sea que Newell's no perdiera. Un gran vallado detrás del banco de suplentes de Newell's que llegaba hasta el de Chacarita y una docena de uniformados se habían colocado en caso de que a los plateístas les agarrara un ataque de nervios. Pero el gol de la Fiera Rodríguez a los 58 minutos llegó como si fuera una inyección con tranquilizantes. Los del Parque revivieron y continuaron con sus gritos de apoyo. El final esta vez fue totalmente atípico. Se sabía que una nueva derrota iba a generar innumerables insultos hacia todos, jugadores y cuerpo técnico. Seis caídas al hilo iban a ser difíciles de digerir. Y esto lo sabían todos. Pero el empate, si bien no es demasiado, sirvió para tranquilizar los nervios ñulistas. Pero la despedida fue inexpresiva. No hubo aplausos ni nada parecido. Ni siquiera saludos de los jugadores hacia el público. Esta vez la gente se retiró del Coloso mostrando su indiferencia.
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