Gustavo Conti
Si algo no puede achacársele a los jugadores rojinegros es que no hayan dejado todo para evitar que una nueva derrota sepultara definitivamente la continuidad de Juan Manuel Llop a su mando. Este Newell's, con todas sus limitaciones a cuestas y el lastre de un proceso intestino que lo viene desgastando desde hace algunos años, tuvo vergüenza, apenas una dosis más de argumentos futbolísticos que en otras oportunidades, y también algo de fortuna para empatarle a Chacarita en el Coloso, cortar así una terrible racha de cinco derrotas al hilo y extender el crédito de su técnico, el eterno y muchas veces injusto fusible de toda situación comprometida, un tiempo más. Llop también hizo lo suyo para corregir a tiempo el destino de un partido que parecía bajarle decididamente el pulgar. Aunque para ello expuso a Gigena, a quien sacó a los 31 minutos de partido por Rosales y quizás lo condenó a que muchos pensaran que la mala performance hasta entonces tenía que ver con él y no con un equipo no tan bien plantado en ofensiva desde el vamos, sobre todo de acuerdo con lo que proponía el rival. Pero otra no le quedaba al técnico y no había necesidad de esperar hasta el entretiempo para enderezar el rumbo, cuando era evidente que Newell's se cerraba solo con dos pesados centrodelanteros como Gigena y Pavlovich, y dos enganches que no abrían juego. Además, Romero por un lateral y Marra por el otro, seducían tácticamente a ser atacados, más cuando los volantes funebreros por esos sectores, Rivero y Moreno, colaboraban poco defensivamente. Por eso la enjundia rojinegra del comienzo fue sólo eso y quedó minimizada apenas Mas y Moreno se hicieron del balón asociados con Rosada, quien al mejor estilo de los volantes centrales de antaño, jugó e hizo jugar a todo Chacarita. No podía decirse entonces que el gol de Carrario estuviera mal. Pero el cambio le hizo bien a Newell's, más cuando Rosales salió mucho más desinhibido que en otras ocasiones y esta vez contó con más variantes tácticas que cuando el equipo se paraba con un superestático 4-4-2. Rápidamente los rojinegros volcaron el trámite y desde ese minuto 31 hasta los 13 del complemento, cuando llegaron al empate gracias a Rodríguez y un rebote en la barrera, monopolizaron las situaciones ante un Chacarita que cometió el error de refugiarse excesivamente atrás, cuando el mejor negocio era jugar lejos de Vivaldo. Pero con el festejo, Newell's se fue apagando y la pifia tremenda de Domínguez del minuto después, que casi vuelca el resultado para el funebrero, levantó a Chacarita y lo puso al borde del triunfo. En esa ocasión, en otra de Moreno y también de Daniel Fernández en el final.
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