"No a la violencia", se repite constantemente y se pide a través de avisos publicitarios o con banderas desplegadas en los campos de juego. Pero eso parece no funcionar demasiado. Anoche, una vez más, un grupo de ¿simpatizantes? de Central se tomó a golpes con los de Nueva Chicago cuando los canallas fueron en busca de un trofeo de guerra (banderas). Después de la escena de pugilato se puso en acción la policía, que detuvo a ocho individuos (siete hinchas auriazules y uno del conjunto visitante). Como consecuencia de este episodio, el subjefe de la comisaría 9ª Luis Marcelo Olmedo debió ser trasladado a un centro asistencial por los golpes recibidos de parte de los centralistas. El lamentable incidente se inició cuando se jugaban 26' del primer tiempo. En ese momento hinchas canallas se dirigieron hasta la bandeja superior de la popular sur, donde estaban los de Chicago, para robar algunas banderas. Obviamente, los de Mataderos reaccionaron rápidamente y ahí se generó la hecatombe. Los puñetazos iban y venían y todo el estadio, más los jugadores, observaban lo que pasaba. La policía -encargada del operativo de seguridad, pero que en vez de prevenir observaba el partido- falló una vez más en el trabajo que se le encomendó y por el cual se le pagó. Tuvo que aparecer Andrés Bracamonte (sí, el barrabrava canalla apodado Pillín) para detener las agresiones (como en el último clásico en el Parque ante Newell's), que duraron cerca de cinco minutos. Los centralistas al final se apoderaron de dos banderas de Chicago y las mostraron en la popular de Regatas. Pero luego la policía las recuperó y se las devolvió a la parcialidad visitante. Realmente, un hecho bochornoso.
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