Miguel Pisano
Había un viejo sketch del recordado Tato Bores (maestro de la televisión argentina de los 70 y los 80) que contaba que Estados Unidos esperaba que lo atacaran para recién después hacer lo que tenía pensado. "¿Y por qué no lo hicieron de entrada?", se preguntaba a sí mismo. "Ah, no, porque los yanquis para hacer algo primero tenemos que tener una excusa", remataba el inolvidable Tato. Casualidades y trágicas locuras recientes al margen, algo de eso le pasó ayer al propio Central, que después de haber jugado sin enganche en varios partidos de este torneo, volvió a parar un equipo con dos líneas de cuatro para visitar al limitado aunque exigente Estudiantes. Así deambuló por un primer tiempo casi sin llegadas a los arcos, hasta que Canals cambió la salida segura por Muñoz Mustafá por un pelotazo cruzado a Mariano González, que perdió la pelota y nació la jugada del gol que definió el partido: centro de Osorio, cabezazo de Farías, manotazo de Tombolini y toque de Maggiolo a la red. Y la prueba más contundente de que Central recién acertó el camino en el complemento fue la primera y mejor jugada del partido: toque de De Bruno a Daniel Quinteros por el medio, pase exacto para la entrada de Muñoz Mustafá por la derecha y derechazo que rebotó en el arquero Misetich y en el travesaño para salir al córner. Así, Central hizo en apenas 47 segundos más que en los anteriores 45 minutos. Un párrafo aparte merece la extraña situación del uruguayo Vespa, que recuerda aquel viejo eslogan de Frondizi, cuando decía: "Yo no ataco ni me defiendo". Ayer, sin ir más lejos, no marcó su lateral, no llegó por afuera y, además, ni siquiera se mostró como salida cuando el pibe Muñoz Mustafá, de notable partido, avanzaba con la pelota. Felizmente para Central, De Bruno entró en el complemento y de sus pies y de los de Arias nacieron las mejores jugadas del equipo. Claro que Central no capitalizó sus llegadas y Estudiantes retomó el control del partido cuando mandó a Zapata y Testa -que contaron con la complicidad del inefable Luis Bongianino- a encimar a De Bruno con marca y unas cuantas patadas desde atrás, de esas que para algunos árbitros son permitidas y no merecen amonestaciones. Y si Central no supo aprovechar su mejor momento para empatar el partido, la inocencia e inexperiencia de Mariano González se encargaron de inclinar la balanza, cuando a los 71' perdió una pelota increíblemente en ataque y terminó la jugada con una falta desde atrás, por la que vio la segunda tarjeta amarilla y la roja. Aunque parezca mentira, esa falta fue la segunda del pibe durante todo el partido, pero fue lo suficientemente torpe y a destiempo como para hacerse acreedor de la expulsión, a diferencia de las infracciones de Zapata. El resto del partido transcurrió entre las tres magistrales tapadas de Tombolini, que salvó otros tantos goles en un cabezazo de Quatrocchi y en un par de mano a mano con Colotto y Farías. Y del otro lado, Central estuvo tan a tiro de la goleada como del empate, en un derechazo de Arias en el travesaño y en otro de Pierucci en el poste derecho. En fin, Central perdió bien porque regaló un tiempo en el que jugó sin enganche y con dos líneas de cuatro para visitar al limitado Estudiantes, a pesar del saludable ingreso de De Bruno y de que bien pudo haberlo empatado y hasta ganado en el comienzo del complemento. Después se quedó con diez e hizo lo que pudo. Será cuestión de no volver a poner la otra mejilla.
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