Sobre la finalización del primer tiempo, detrás del arco que defendía Laureano Tombolini, se produjeron agresiones entre las hinchadas. La tribuna que da espaldas a la calle 57 y al Colegio Industrial está dividida por una reja en el centro que separa al público de una y otra parcialidad. Entre los más de 600 canallas un pequeño grupo comenzó a lanzar piedras contra los locales que estaban del otro lado de la reja. La respuesta no se hizo esperar y muy pronto la cabecera de madera se convirtió en el escenario de copiosa pedrea. Como ocurre siempre en las canchas de fútbol, la policía actuó tarde. En tanto, los bomberos desplegaban sus mangueras dentro del campo de juego, en lo que fue un amague de lanzamiento de agua sobre los agresivos muchachos, el cual finalmente no se concretó. El juez del partido tuvo que detener el juego porque durante cuatro minutos la batalla tomó dimensiones considerables. La policía dejó de mirar e hizo lo que tendría que haber realizado mucho tiempo antes: armó sendos cordones a cada lado de la tribuna para que las parcialidades quedaran distanciadas por unos 50 metros. Volvió el partido, terminó el primer tiempo y la pasión por lastimarse se apagó.
| |