Gustavo Conti
Limitar el presente rojinegro a lo poco que hicieron los once jugadores en la cancha sería simplificar la búsqueda de por qué Newell's sigue perdiendo o, para darle un marco más global e histórico, por qué Newell's sigue sin dar señales de que alguna vez pueda volver a protagonizar los campeonatos. En ese sentido, la nueva derrota (la cuarta consecutiva, la quinta en las últimas seis presentaciones de local), esta vez ante un generoso Colón, no es más que un eslabón de una cadena que tiene su lógica y que merece un análisis aparte (ver página 4). El hoy, el aquí y ahora, marca que los rojinegros están lejos de equipos que como el sabalero hace rato vienen insinuando que pueden meterse en la conversación. Fue demasiado obvio que de un lado se plantó un equipo coherente, ordenado, con vocación ofensiva, un conjunto que siempre supo lo que quiso en definitiva. Y que del otro se encontraba otro en formación, pero que a lo largo de estas siete fechas no mostró nada distinto para ir modificando ese mote, más cuando Llop parece demasiado aferrado a su rígida táctica para impulsar el necesario crecimiento. Pero ante un dibujo tan estático eso es casi como creer que el déficit cero pueda generar la revolución productiva. Es que este Newell's, el Llop Apertura 2001, no tiene sorpresa, y sin ella es difícil hacerle pisar el palito al rival. Si los marcadores laterales (aunque Ruiz jugó inexplicablemente muy pegado a Domínguez y era una invitación a las excursiones rivales por su sector) no pasan jamás al ataque, si los marcadores centrales jamás se desprenden, salvo en pelota parada (donde allí sí Llop trabaja a destajo en la semana, aunque sólo se vio reflejado en los dos goles de Crosa de cabeza), si los volantes centrales tienen escasa vocación ofensiva (del otro lado, Delgado y Capurro fueron la contracara), si la única variante ocurre cuando Rodríguez y Saldaña cambian de carril, si Pavlovich debe bajar a buscar asistencia, si Rosales es presa fácil de la marca rival porque tampoco el sistema lo ayuda, entonces Newell's sólo podrá inclinar la cancha cuando supere en esfuerzo al rival, como ocurrió en los primeros 13 ó 14 minutos del complemento. Además, Llop también desnudó una inclinación conservadora cuando hizo ingresar a Elvio Martínez y, en lugar de sacar un volante de marca, eligió otra vez a Saldaña diciendo que estaba cansado (en realidad varios parecieron más agotados). Con eso mostró que no estaba dispuesto a arriesgar ni a variar el esquema. Y le salió el tiro por la culata, porque el pibe, en su primera intervención, derribó mal a Aquino y allí Migliónico clavó el segundo. Newell's no pudo ni siquiera contando con dos momentos clave para inclinar el partido a su favor, al menos desde lo emocional. Luego del gol fuera de contexto de Rodríguez y cuando el propio volante se paró para patear el penal en el comienzo del complemento. Pero ni eso aprovechó. Colón le creó 14 ocasiones y Newell's sólo llegó 6 veces. Pero apenas ese es un dato que sirve para ilustrar un lógico resultado. Detrás, asoma un contexto poco propicio como para que el hincha vuelve a encender su porfiada fe.
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