Argentina y Brasil son solidarios con Estados Unidos en el combate al terrorismo, pero países son países, y las posiciones nacionales hay que negociarlas". Para el brasileño Helio Macedo Soares, director regional sur del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (Iica), el panorama que se abre en el mundo post atentados a las Torres Gemelas es una oportunidad para que los países del Mercosur pongan en la mesa de negociaciones con el país del norte la discusión sobre los subsidios agrícolas y el acceso a mercados. La advertencia viene a cuento de la posibilidad, aún en discusión, de que los países sudamericanos se sumen a una eventual coalición antiterrorista. Macedo Soares estuvo en Rosario presentando el informe anual sobre agricultura del Mercosur elaborado por el Iica, en un momento de aumento de las tensiones entre los principales socios del Mercosur. Para el brasileño, la fórmula de conciliación es crear una plataforma agroexportadora para vender alimentos al mundo en forma conjunta. -¿Cuál es el escenario más probable para el sector agropecuario luego de los atentados a las Torres Gemelas? -Margaret Tatcher dijo una vez que la seguridad nacional no tiene que ver con cañones ni misiles sino con la producción de alimentos. Y estaba en lo cierto. El Mercosur, y si lo ampliamos al sur de Bolivia, tiene condiciones para producir alimentos que ninguna otra región del mundo tiene. Pero tenemos que trabajar eso en bloque. No tenemos que competir entre nosotros sino ganar juntos. Por otro lado, no creo en los vaticinios que hablan de que el mundo se va a acabar. Es absolutamente al revés. A pesar de la desgracia que pasó en Estados Unidos, las acciones del gobierno americano, sea por las cuestiones de seguridad interna o la búsqueda de los criminales, van a recalentar la economía americana, que a su vez recalentará la economía mundial. Puede haber una suba de petróleo, pero también van a subir los granos. Los países van a reponer sus stocks con la previsión de una guerra que no va a ser. Vamos a tener varios eventos puntuales pero no una guerra mundial. -¿Puede haber listas negras que cambien el mapa comercial a nivel internacional? -Estados Unidos va a tener que buscar aliados para su acción contra el terrorismo. Y es una buena oportunidad para negociar. Tanto Brasil como Argentina están a favor de acabar con el terrorismo y son solidarios con el pueblo americano. Pero países son países, y una posición nacional hay que negociarla. Es un buen momento para hablar de Kioto (Protocolo sobre medio ambiente), de subsidios agrícolas y de cosas que nos interesan. Porque la posición de EEUU de negar las cosas, hasta con cierta arrogancia, no se puede seguir sosteniendo. No se trata de aprovechar el momento de dolor sino hablar de estas cosas en los niveles correspondientes. No creo, por otra parte, que en el listado de países que pueden sufrir embargos existan mercados importantes para nosotros. Brasil exporta sólo 12 mil dólares a Afganistán. Con los países de Oriente Medio tenemos negocios normales y no creo que tengamos problemas. -¿Y esta tensión no puede desatar conflictos regionales? India, que es un importante país comprador, tiene pleitos con Pakistán, que ahora puede convertirse en una base militar estadounidense. -India tiene una posición importante en la región. Tiene lío con Afganistán y Pakistán, que apoya a los rebeldes de Cachemira. Pero creo que al presentarse un mal más grande, como el terrorismo, los conflictos regionales pueden incluso a encaminarse a una descompresión. No creo que países que son fuertes demandantes de alimentos, como India y China, vayan a tener problemas. -¿Y qué puede pasar con la reunión de la Organización Mundial de Comercio? -Lo más importante será el ingreso de China, que en los hechos se concretó esta semana. Eso sí es una revolución. Hay que alimentar a esa cantidad extraordinaria de gente. En el caso de la conferencia ministerial dela OMC es más complicado porque la reunión se tiene que hacer en Qatar. Es un blanco. Van a estar reunidas como 10 mil personas. No sé si yo haría esa reunión. Tendría mucho miedo si tuviera que ir ahí. -En ese caso se demorarían las conversaciones sobre libre comercio -Quizás sería bueno que se gane un poco de tiempo. Creo que algunos cambios van a surgir en la cabeza de la gente después de los atentados. La Unión Europea, por ejemplo, ya aceptó conversar sobre los subsidios. -Pero en un escenario de tensión, Europa puede aferrarse a los subsidios para garantizar sus stocks de alimentos. -En este terreno es vital que el Mercosur juegue junto. Es lo que pasó recientemente en la reunión del Grupo Cairns, donde se logró sacar un duro documento. Cuando en lugar de jugar a los cowboys solitarios formamos una pandilla nos va bien. -¿Qué expectativas tiene con el panel que pidió Brasil a la OMC por los subsidios a la soja en Estados Unidos? -Si la OMC es lo que debiera ser, tendrá que darle la razón a Brasil. Y ahí vamos a tener una nueva discusión. Creo que la denuncia fue un recurso para levantar el problema y testear un poco cómo reacciona ese organismo, que ha sido acusado de beneficiar a los países más grandes. -¿Es factible la creación de una suerte de Opep de los países sojeros? -Escuché en Rosario una propuesta muy interesante sobre eso. Pienso que como países productores de alimentos no debemos restringirnos a un rubro. Si vamos a trabajar en conjunto, vamos a trabajar con todos aquellos donde tenemos ventajas comparativas. No hay en el mundo nadie que tenga mejor condición para la producción de carne que el Mercosur. En trigo, Argentina tiene ventajas comparativas que ningún otro país tiene. Brasil, en cambio, tiene condiciones únicas para producir azúcar o pollos. Tenemos que especializarnos. En soja exportamos los dos, hay que salir a vender los dos. -Pero en términos de especialización, Brasil demora las obras de la hidrovía y eso impide que parte de la soja de ese país se procese a costos más bajos en Argentina. -No es que en Brasil se demora sino que hay directamente en este momento una decisión de no seguir con la hidrovía por la acción de un juez de primera instancia. Hay un lobby en Brasil interesado en que no exista la hidrovía. Hay negocios importantes que piensan que los va a hacer perder plata. Y hay un lobby ambiental muy grande. Entonces se juntaron el hambre y las ganas de comer, para cerrar el paso a la cuestión. ¿Qué hay que hacer? Un contralobby. Buscar aliados y negociar adentro de Brasil. Para Rosario es importante, para el centro oeste de Brasil también es importante. A mí me parece que la hidrovía es un proyecto defendible, necesario y estratégico. Pero si no hay una presión en el propio Brasil esa sentencia que paraliza las obras quedará por años. -¿Se puede hablar de exportaciones comunes en medio de la crisis que atraviesa el Mercosur? -¿Por qué se habla de crisis? Porque hay dificultades en algunas negociaciones y por las declaraciones de Cavallo la semana pasada, que están fuera de lugar porque estratégicamente no suman nada. La única verdad es que a Europa le llevó 50 años llegar adonde llegó. Nosotros tenemos 10 años de Mercosur. En ese período multiplicamos por diez los negocios entre nosotros. Ganamos todos. El PBI de Argentina creció 46%, el de Brasil 42% y el de Uruguay 80%. Se reclama hoy por la devaluación cambiaria de Brasil, que optó por un sistema que le da más condiciones de defenderse de un ataque especulativo. Causa daño, pero Brasil no tiene culpa de que Argentina haya buscado otro sistema totalmente rígido. A pesar de todo, Argentina tuvo un saldo de más de mil millones de dólares en su comercio con Brasil. Los dos países tienen que salir juntos a ganar mercados externos. Los empresarios del Mercosur deben decidirse a hacer cosas y no sólo reclamar a los gobiernos. No se puede negociar constantemente por un camión de ajo, dos de cerdos, uno de cebolla. No hay gobierno que aguante eso 24 horas por día ni cuadros suficientes para enviar a la frontera.
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