Año CXXXIV
 Nº 49.241
Rosario,
domingo  16 de
septiembre de 2001
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El ataque a EEUU puede acentuar la desaceleración económica
Tras los atentados, el mundo teme una gran depresión
Los países centrales reaccionaron en conjunto frente a la crisis. ¿Lograrán parar la recesión?

Alvaro Torriglia

En el segundo trimestre de este año la economía norteamericana, la mayor del mundo, creció apenas un 0,2% y sólo esquivó la recesión abierta debido a que se mantenía el gasto de los consumidores. Los atentados del martes a objetivos claves del poder militar y financiero de ese país podrían minar esa confianza y empujar al mundo a una recesión.
Este escenario es el que más adeptos gana entre los economistas y analistas del mercado, aún con la salvedad de que sin operaciones en Wall Street y con los ecos dela tragedia aún por resolverse, es difícil aventurar algo más que una primera hipótesis.
Estados Unidos representa más de un cuarto del producto bruto mundial y la incontenible expansión de su economía durante los ocho años de administración de Bill Clinton fue el motor del crecimiento internacional durante la década pasada.
La desaceleración que comenzó a experimentar desde finales del año pasado puso un freno al resto de los motores internacionales: Europa y Japón, que en realidad no logra revertir un estancamiento de hace más de diez años. En el sudeste asiático, y con excepción de China, los tigres asisten a un parate en su expansión.
Ese panorama, que ya había sido advertido por los últimos informes del Fondo Monetario Internacional, puede profundizarse luego de los atentados. Se trata de una crisis de seguridad que el mismo día de la tragedia se hizo sentir en la caída del dólar, moderada luego de que los bancos centrales de Europa y Estados Unidos acordaran una estrategia para mantener la liquidez mundial.
Las compañías de seguros, fuertes tenedoras de activos financieros, se enfrentan a potenciales pérdidas por 15 mil millones de dólares, los valores inmobiliarios no serán los mismos luego de los ataques terroristas y tampoco el valor de las aerolíneas y las empresas turísticas. El comercio mundial sufrió en los hechos un freno en la última semana.
¿Qué pasará en este contexto con los consumidores norteamericanos? La última medición del índice de confianza, difundida un día antes de los atentados, registró el nivel más bajo de los últimos 8 años. El índice elaborado por la Universidad de Michigan había cayó a 83,6, cuando los economistas esperaban un valor de 91,5 en los sondeos de la primera parte de septiembre.
Stephen Stanley, economista senior de Greenwich Capital Markets, aclaró que "en algún sentido esto es historia antigua" pero admitió que "el hecho de que la confianza ya estuviera cayendo antes de los sucesos del 11 de septiembre no es una buena señal para la economía".
La Reserva Federal bajó siete veces la tasa de interés para revertir la desaceleración estadounidense, que en la segunda mitad de este año había comenzado a traducirse ya en anuncios de despidos masivos por parte de grandes compañías multinacionales. No se descarta que el 2 de octubre, fecha de la próxima reunión del comité mercado abierto de la FED, Alan Greenspan decida una nueva baja. Esa posibilidad fue anticipada ya por el derrotero de los Bonos del Tesoro de EEUU, que operaron al alza en su primer día después de la tragedia de las Torres Gemelas.
"Los ataques se produjeron en un momento en que el panorama de la economía global oscilaba entre una recuperación suave y una profunda desaceleración", señaló el Credit Suisse First Boston en un informe.
Antes de los sucesos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) había revisado nuevamente a la baja las perspectivas de crecimiento internacional para el año 2001. La última estimación fue del 2,7%, por debajo del 5% que se expandió la economía mundial el año pasado.
Aún así, para Horst Köhler, director gerente del organismo, "estos terribles sucesos sólo tendrán un impacto limitado en la economía internacional y en el sistema financiero".
La reacción de los "guardianes" del mundo financiero apuntó desde el primer momento a llevar tranquilidad en el medio del pánico. La Reserva Federal, el Banco Central Europea y la autoridad monetaria japonesa se comprometieron a inyectar 120 mil millones de dólares para garantizar liquidez. El Grupo de los Siete emitió un fuerte respaldo a Estados Unidos y el secretario del Tesoro norteamericano, Paul O'Neill, aseveró que "tenemos todas las razones para mantener la confianza en la economía estadounidense".
La Organización de Países Productores de Petróleo (Opep) logró calmar el inicio de una escalada alcista en los precios del petróleo al asegurar que garantizará el abastecimiento a los países de Occidente.
Es una incógnita si este consenso logrará cortar la dinámica recesiva. El presidente del Banco Central Europeo, Win Duisenberg, admitió que "es posible que haya consecuencias a largo plazo en el sistema financiero", aunque de inmediato aclaró: "Es muy temprano para decir algo".
De acuerdo a los primeros movimientos, el euro podría salir fortalecido de una eventual huida de inversores desde el dólar. Ese activo podría dotar de mayor poder adquisitivo a los consumidores del viejo continente, impulsando una recuperación de la línea de crecimiento. Pero, por otro lado, no será fácil para Europa esquivar las consecuencias de una retracción en la economía de un gran socio comercial como EEUU, amén de que los países miembros no están ajenos a una escalada de violencia internacional.
El peor escenario, el de la recesión mundial aguda, atormenta a los gestores de la economía latinoamericana. "Brasil no es un país desconectado del resto del mundo, el contexto internacional más adverso no puede ser ignorado".



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