"No sabemos nada de nuestro hijo". Con esa frase Alberto Santoro inauguró ayer el diálogo con La Capital. Este rosarino radicado en Nueva York desde hace veinte años, fue uno de los tantos habitantes de Estados Unidos que estuvo pendiente de las noticias de la televisión y de las llamadas telefónicas. Alberto y su esposa María Rosa dejaron la Argentina hace 20 años junto con sus cuatro hijos y se radicaron en los Estados Unidos. Mario Luis Santoro es paramédico, tiene 28 años y vive a cuatro cuadras de las ahora pulverizadas Torres Gemelas del World Trade Center. "A mi hijo lo llamaron de emergencia cuando se estrelló el primer avión con el edificio. Desde entonces ya no supimos más nada", relató Alberto, quien se enteró de la noticia de la tragedia más importante ocurrida en suelo norteamericano a través de Internet, mientras su esposa escuchaba una radio de Rosario. "Cuando Mary escuchó la información, prendimos la televisión y a los pocos minutos vimos cómo el segundo avión chocaba contra la otra torre", recordó Alberto. Los Santoro llamaron de inmediato a la casa de su hijo Mario y supieron por boca de su nuera que el joven había sido convocado para trabajar en forma urgente con los paramédicos en el lugar del atentado. Minutos después Alberto dejó su residencia en Queens y partió hacia su negocio. En el trayecto por una de las autopistas neoyorquinas pudo ver cómo se desmoronaba la primera torre del World Trade Center. A esa altura de la mañana, los celulares habían dejado de funcionar en esa zona de los Estados Unidos. "Estamos pegados al teléfono y a la televisión porque la policía ni siquiera nos permite salir de nuestras casas", admitió María Rosa. Al cierre de esta edición el matrimonio Santoro aguardaba esperanzado noticias de su hijo. No obstante, y a pesar de su inquebrantable optimismo, confesaron que "la situación es desesperante" teniendo en cuenta que continuaba cortada la comunicación con Manhattan (epicentro del desastre) y estaban imposibilitados de transitar por las calles neoyorquinas, excepto para regresar a los hogares. El atentado de ayer hizo que Alberto recordara el ataque perpetrado en 1993 contra el mismo edificio. "Había estado trabajando en una oficina de las Torres Gemelas hasta el día anterior de aquella explosión. Pero ese día no fui casi por casualidad", dijo el rosarino de 57 años que a estas alturas consideró que aquel episodio fue "ínfimo" en comparación con la caótica situación desatada ayer. "Esto es un loquero. Los norteamericanos se sintieron vulnerables ante la destrucción de uno de los símbolos más importantes de Estados Unidos", sintetizó. Producción: Gabriela Zinna, Jorge Salum y Hernán Lascano
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