Año CXXXIV
 Nº 49.234
Rosario,
domingo  09 de
septiembre de 2001
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Torneo Apertura
Un Central oportunista goleó a Huracán

Gustavo Conti

Buenos Aires (enviado especial)._ La goleada en Parque Patricios puede inscribirse en esas historias que escriben los que ganan. Un Central pragmático como pocas veces humilló a Huracán y con ello obtuvo el derecho de que todos los medios lo ponderen como así abrió el crédito de sus incondicionales. La otra historia, la verdadera, dirá que el equipo de Jota Jota aún tiene que andar camino para transformarse en un proyecto sólido, pero justo es decir que para ello la alegría de un resultado como el de anoche propicia el mejor ambiente para crecer con pasos menos vacilantes.
Nueve puntos sobre quince no son en absoluto una mala cosecha, mucho más si se considera que pudo sacar un mejor resultado de las derrotas con Racing y Argentinos Juniors. Y eso es un mérito del equipo auriazul, como el de concretar ayer sus pocas situaciones mientras el rival desperdiciaba muchas.
Con el resultado puesto es difícil no caer en un análisis simplista, pero quizás un ejemplo sirva para entender cómo Central llegó a ejecutar a Huracán y de esa manera evitar caer en elogios exagerados. Los comentaristas de radio todavía no habían podido terminar de explicar el increíble gol que se perdió Adippe, y que hubiera significado el empate, cuando Arias aprovechó todo el espacio que dejó Huracán en el contragolpe para marcar el segundo, terminar la disputa y abrir el baile de la última media hora.

Demasiado previsible
Hasta allí el juego fue siempre repetido. Huracán empujando sin mucho vuelo y Central refugiado peligrosamente atrás, haciendo impensado predecir lo que vendría después. Arias y Pizzi quedaron como en el primer tiempo ante Talleres, demasiado solos, aunque esta vez contaron con la inocencia de un rival que no sabía usar el off side y entonces pudieron generar su chance, con el Torpedo corriendo a campo abierto como más le conviene y cediéndole el centro del primero a Pizzi.
Poco había hecho, pero hizo lo más necesario. Y otra vez a aguantar. Tanto, que Castellano se fue erigiendo en figura, y si no fuera porque Arias volvió a hacerse filoso en la contra en medio de un asedio tenaz, sin dudas que el Rifle hubiera sido el jugador de la cancha. Huracán no pudo, pese a tener chances clarísimas, y Central no lo perdonó. Así de simple, sin necesidad de hablar tanto de merecimientos.
En estos tiempos de crisis feroz, que como se sabe golpeó también al plantel auriazul, los festejos sirven para descomprimir y traen un momento de necesaria relajación, más cuando se gana de esta forma tan contundente y fuera de casa. Pero los simpatizantes canallas no debe construir castillos en el aire, porque al equipo de Juan José López todavía le falta crecer y dar más, para que rivales más encumbrados o menos urgidos no le hagan ver más claramente algunos defectos que anoche estuvieron expuestos pero disimulados. Aunque es innegable que hoy por hoy lo más importante para Central es que el equipo goleó y su gente está contenta.



El juego fue a pedir de Central y el 4-0 un premio.
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