Florencia O´Keffe
El retroceso de los créditos bancarios para el sector privado se profundizó. Aunque el sistema financiero venía arrastrando algunos problemas a causa de la recesión, la fuga de depósitos de las últimas semanas provocó un abrupto corte de los préstamos para las empresas que las obligó a replantear sus estrategias financieras. Si bien ya venían adaptándose a vivir sin crédito por las altas tasas del mercado y las restricciones para el acceso de las pymes y las firmas más chicas, ahora deben pelear en un frente distinto, porque aunque quieran préstamos y puedan pagarlos, no hay. ¿Qué camino eligen las compañías para superar este problema? ¿A dónde recurren para financiarse? ¿Tienen que poner en marcha nuevos planes de ajuste para superar la falta de efectivo? ¿Surgen nuevas herramientas en este escenario? ¿Las empresas de servicios, se manejan igual que las industrias? La Capital intenta en esta nota dar respuesta a los interrogantes planteados a partir de consultas realizadas a especialistas y directivos de empresas de distintos sectores económicos. En el abanico de herramientas a las que las organizaciones recurren para superar la coyuntura aparecen instrumentos no convencionales de financiación, la necesidad de implementar modelos de decisión crediticia que minimicen los riesgos, la renegociación de plazos de pago a proveedores y hasta el pago en especie. "Lo primero que se debe tener en cuenta es que se trata de una crisis sistémica de crédito. No es que falta plata en el banco A y entonces saco del B para cubrir. Los bancos, todos, han restringido o anulado la oferta de crédito, ya sea porque no tienen líneas o porque ofrecen tasas que son muy altas, inalcanzables", señala Miguel Molfino, socio gerente de la corporación financiera Deloitte & Touche. En este escenario donde cayeron las ventas, se cortó la cadena de pagos y el horizonte a mediano y largo plazo aparece turbio y más bien impredecible, se suma el hecho de que el crédito está congelado con las complicaciones que esto trae. Para remediar aunque sea en parte este mal, las empresas, que en rigor ya venían sufriendo restricciones por parte del sistema financiero, se mueven en diversos sentidos. Lo que queda claro es que más allá de las particularidades que cada una le imponga, para zafar de la falta de flujo de dinero hay una dirección que parece estar bastante agotada: la del ajuste. Como vienen padeciendo esta crisis desde hace varios años, la reducción de costos fijos, de gastos superfluos y el achique en el plantel de personal o los recortes de salarios son mecanismos de supervivencia que en la mayoría de los casos ya se pusieron en marcha y "ya no queda espacio para eso", tal cual lo señala Enrique Bertini, titular de la fábrica de sembradoras Bertini, de Rosario. Hoy, la alternativa para las empresas parece pasar por extremar el ingenio desde lo financiero. Las cuestiones productivas y operativas aparecen en esta coyuntura ocupando un segundo plano en la lista de los problemas urgentes. Como instrumento de crédito alternativo, se está recurriendo a la securitización de los propios activos que genera la compañía. Esto es, intentar superar las dificultades en la cadena de pagos a través de un mecanismo de financiación por el cual la empresa en cuestión recurre a un fideicomiso que para conseguir plata en el mercado de capitales a partir de la garantía de sus activos. Así consiguen el dinero de acuerdo al flujo de fondos y con una tasa fija. Los proveedores, en tanto, operan con la seguridad de que la mercadería se entrega a ese fondo, el que va a liberar los bienes contra la producción o la venta. "En estos casos, los proveedores entregan la mercadería a un fiduciario, un tercero que se encarga de administrar los bienes. ¿Y cómo cobra el proveedor? Normalmente se abre un fideicomiso en garantía y toda la cobranza que hace la empresa se concentra allí con lo que se le paga posteriormente. Además, estos títulos pueden venderse si el proveedor necesita la plata en el momento. Es un título seguro que casi no tiene riesgo", explica Horacio Contino, de Deloitte & Touche. Esta posibilidad que mencionan los especialistas y que aseguran, fue in crescendo en los últimos tres años, aparece como una "alternativa" a la forma tradicional de crédito. "Si el banco presta directamente a la empresa está asumiendo un riesgo aún mayor porque después de esta tormenta no saben a ciencia cierta quien va a quedar en pie y quien no", explica Contino. "Los fideicomisos sirven para llevar adelante la actividad económica cuando una empresa puede seguir vendiendo pero el proveedor no le entrega mercadería porque teme no cobrar", remarca Molfino. De todos modos, en los momentos más críticos de las últimas semanas el crédito "se cortó en todas sus formas", enfatiza. "Lo positivo es que para pasar este momento los cuadros gerenciales tienen que ser mucho más creativos pero sin perder la seriedad y la cordura. Cuando esto pase, muchas cosas cambiarán para bien en las empresas argentinas", aseguran. Una de las clave para sobrellevar esta etapa, dicen, es que los gerentes financieros "se planteen seriamente cómo mejorar la calidad de la emisión crediticia". Con los "modelos de decisión crediticia" se minimiza el riesgo de mora y la incobrabilidad. "Esto es clave porque al bajar las ventas los vendedores asumen más riesgos con tal de vender", dice Molfino, y lo "grave", agrega, es que ante el corte de crédito por parte de los bancos "la empresa se encuentra con que no tiene recursos para fondear esos activos". Los "nuevos pactos" de plazos de pago entre empresas y proveedores también ocupan un lugar central. Cobrar a 30 días es casi un buen recuerdo para la mayoría de los empresarios. Los 60 y los 90 días son los plazos más habituales y en algunos casos, con tal de asegurarse que la plata llegue, deben tolerar que se prolonguen. En este sentido, es fundamental que ambas partes basen su acuerdo en un marco de confianza mutua para no sumar problemas al problema. Pero hay más: muchas empresas aceptan bienes de diversa índole como parte de pago haciendo del canje o el trueque un mecanismo de comercialización bastante habitual e impensado hasta hace poco tiempo.
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