Dos parejas arribaron a esta ciudad en un flamante Corsa cero kilómetro y luciendo casacas de Racing recién compradas. Con los rostros sonrientes se trasladaban hacia el Gigante de Arroyito hasta que en cercanías de la cancha debieron aguardar que se descongestionara el tránsito. Hasta que en un momento apareció un colectivo repleto de hinchas canallas, que al observar a los racinguistas se bajaron y comenzaron a patear el automóvil. Luego se subieron al micro y continuaron viaje, dejando al coche tan "desconocido" que ahora necesita un chapero para que lo reacondicione.
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