Año CXXXIV
 Nº 49.221
Rosario,
lunes  27 de
agosto de 2001
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Imagen ambigua
Newell's estuvo a segundos de ganar pero dejó dudas

Gustavo Conti

Una vez pasadas las emociones fuertes que obstaculizan un análisis racional, seguramente el corrillo general de cualquiera de los que poblaron el Coloso habrá pasado por la tan remanida cuestión de los merecimientos. ¿Hasta el minuto 93 Newell's justificaba el triunfo? ¿El gol del desafortunado Dueña fue un premio acorde para Vélez? Tan finita puede ser la conclusión como finita la diferencia, si en realidad la hubo, entre un conjunto rojinegro al que le birlaron en el descuento un triunfo que asomaba tan ajustado como inmodificable hasta entonces, y un rival que llegó a Rosario claramante a no perder y empató más por orden de las circunstancias que por convicción.
Para interpretar qué visión se llevó el hincha del nuevo Newell's de Llop en su estreno en casa habrá que especular sobre qué hubiera pensado si el partido terminaba 1 a 0. Probablemente habría puesto mucho énfasis en el duro planteo de Vélez para justificar el escaso vuelo que tuvo su equipo y habría valorado la actitud de buscar el arco de enfrente, sobre todo en el primer tiempo, y la cierta tranquilidad con la que aguantó en el complemento a un rival poco preparado para atacar, aunque por entonces tuvo más la pelota.
Pero Dueña se encontró con la pelota en su testa en el último ollazo desesperado de Husaín, haciendo que el estéril vuelo de Palos dibuje una tremenda mueca de disgusto en el simpatizante leproso, que así se vio en la obligación de navegar en su propia contradicción para juzgar si lo convenció o no la nueva propuesta.
Ni el más optimista le podía exigir a Newell's que repitiera la actuación del debut. Porque Vélez, aún con su bajón actual, no es Banfield y es un equipo que juega como tal, guste o no su dibujo táctico, que ayer presentó dos líneas de cuatro hombres dispuestos a no dejar jugar a los creativos rojinegros. Y lo logró.
Claro que Vélez no cambió su postura hasta el complemento, pese a que perdía desde los 17' cuando Crosa acertó en la única vía posible para arrimar peligro: el cabezazo depelota parada ejecutada por Rodríguez, quien además fabricó la falta en el ángulo izquierdo del área.
La Fiera se soltó pocas veces de la pegajosa marca alternada, lo mismo que Saldaña, y entonces Ñuls no tuvo fútbol ni sorpresa. Tampoco lo aportó Manso en los últimos 30' del partido y la prueba está en que sólo tuvo tres chances claras, y en todas estuvo Rodríguez, dos al final del primer tiempo y una más en el segundo tras una gran sesión de Pavlovich.
Sólo eso fue Newell's ayer, poco para satisfacer la tremenda euforia que despertó en un Coloso exultante, casi suficiente para llevarse los tres puntos ante un rival siempre válido para medir potencialidades. Quizás los dos que resignó le sirvan para no calzarse un traje de fiesta que por ahora le queda grande.



Ladino y Pavlovich en un esfuerzo por igual.
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