Año CXXXIV
 Nº 49.221
Rosario,
lunes  27 de
agosto de 2001
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El fervor de la música oriental cruzó el río
Jaime Roos, su banda y su coro montaron un tablado uruguayo en El Círculo
El cantautor oriental levantó de sus butacas a los 600 fanáticos que cantaron junto a él los ritmos murgueros

Marcelo Menichetti

Con un "Salú Rosario" Jaime Roos comenzó su concierto en la noche del viernes último en el teatro El Círculo. Un público que debió ser mucho más numeroso dada la jerarquía del artista (en la misma noche actuó la murga Falta y Resto) disimuló su escasa cantidad con efusión y compromiso desde el arranque. El cantautor oriental mostró parte de "Contraseña", su último álbum y también regaló conocidos temas de su carrera artística.
Un telón con imágenes del carnaval hizo de fondo a la noche murguera que arrancó con "Uruguay" y siguió con "Amor profundo" que cantó Freddy Bessio de tan alto registro como inacabable caudal de voz. Los vestigios afro que se refugian en cada repliegue de la cultura de la Banda Oriental mostraron sus bordes aún claramente distinguibles en la canción.
Como casi todos los cantores populares, Jaime Roos no puede evitar algunos temas de su cosecha. Así llegó "Amándote" en una versión con nuevos arreglos.
Dueño de la simpleza que caracteriza a los uruguayos en general, el cantante y compositor narró la anécdota de un Negro famoso en Rosario (Roberto Fontanarrosa) a quien debe agradecer el regalo de una casaca de Rosario Central. La narración tuvo un final redondo cuando Roos agregó: "Cuando vine a tocar al Anfiteatro se me acercó una persona con un paquete y me dijo: «Acá está la postalina», y me regaló la camiseta de Newell's Old Boys".
El fanático de los colores del montevideano Defensor se puso al margen de la dicotomía futbolera rosarina y atacó "El Guruyú", donde volvió a brillar la voz de Freddy Bessio. "Tablas" vino después, como una muestra de lo que se llamó milonga rock en el Uruguay de los 70 y nuevamente volvió el fútbol con la dedicatoria de "Pepe Sasía", el tema que se escuchó después de su dedicatoria: "Esta va dedicada a un hincha de Central, y habla de un jugador que, tengo entendido, fue ídolo en Rosario y terminó su carrera en Defensor. Una leyenda viva el Pepe Sasía", dijo Roos quien, al final de su parlamento, aclaró que el hincha al que se refería era Lalo de los Santos.
Mientras el fervor murguero crecía desde el pie en las plateas, del escenario bajó "Adiós juventud", un tema que enganchó hasta a una señora septuagenaria que bailó en uno de los palcos, contagiada por un ritmo que arrancó a la mayoría de la concurrencia de las plateas. En el aire se dibujaron las preguntas que surgen ante algunos músicos uruguayos: ¿Cómo en un país tan chico caben corazones tan grandes? La constante, machacante, recurrencia por citar personajes, rincones de los barrios montevideanos es el signo distintivo de sus poetas. A ello se suma el sentimiento por ese "chás-chás" que le da vapor a la murga y conmina al mundo a bailar.
El concierto, caliente, también tuvo temas del sabalero José Carbajal. Así sonó "P'al abrojal" y mostró un Roos abrevando en las fuentes de las tradiciones uruguayas, exhibiendo uno de los ingredientes que junto al rock y la murga caracterizan su música. El artista aborda cada costado de su estilo sin perder la compostura, respaldado por una base rítmica constante que parece, junto a las letras, ser la columna que vertebra su estilo.
Un "Tal vez Cheché" jazzeado por la guitarra, el teclado y la batería precedió a la "Milonga de pelo largo", una experiencia de la milonga beat de los años en los que los argentinos contaban anécdotas sobre uruguayos exiliados como aquella que repetía que en el vapor de la carrera había inscripciones que rezaban: "El último que apague la luz". Luego la luz se apagaría para los argentinos también.
"Gauna" mostró el poder de una milonga de cuchilleros que Roos compuso para una película y volvió el "chás-chás" murguero con "Esta noche", un tema muy eléctrico que mostró la vertiente rockera del músico. Después llegaron varias muestras más del manejo que los autores uruguayos tienen del lenguaje cotidiano con "Piropo" y "Cometa de la farola".
A esta altura el concierto había encendido todas las pasiones de su público pero aún quedaban algunas sorpresas. "Si me voy antes que vos", mostró a la banda metida en un ritmo de vidala acelerada que en el afán de buscar parentescos rítmicos del sur americano podría definirse como vidala murguera. Tras cartón llegó la sentida "Durazno y Convención", un himno que canta a los recovecos de una ciudad y a sus habitantes que terminó con Roos cantando "Anochecer de un día agitado", de Los Beatles en inglés, en un guiño universalista que acrecentó los aplausos.
Tras la presentación de los músicos llegó ese final formal al que público replicó con "Cinco más y no jodemos más" al ritmo de batucada que estremeció al teatro. Con la misma economía de gestos grandilocuentes los músicos volvieron a la escena para despachar una andanada de munición gruesa del repertorio del artista: "Don Carlos" abrió los bises y detrás vino "15 abriles", dos temas cuyas letras juegan a tropezar con la música hasta emparejarse de manera natural. También se escucharon "La hermana de la coneja" y el rock de "El hombre de la calle".
El final, como era de esperar, quedó para el "Brindis por Pierrot". En la platea todo fue baile y algún lamento porque a pocas cuadras, "Falta y resto" batía el parche con el mismo ritmo. ¿Porqué no se habrán juntado?", se preguntó una señora mientras salía del teatro. Con eso la fiesta hubiera sido indescriptible.



Roos demostró por qué es un ídolo popular en Uruguay.
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La murga uruguaya Falta y Resto se presentó en la sala Lavardén
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