Año CXXXIV
 Nº 49.213
Rosario,
domingo  19 de
agosto de 2001
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La actriz se destaca en "El sodero de mi vida", una tira que crece por la riqueza de sus personajes
Carola Reyna: "Leonor podría haber sido un plomo total"
Asumió por primera vez un papel que la distancia de su imagen de mujer sexy e intelectual

Rodolfo Montes

"El sodero de mi vida" es una fiesta de personajes. En la tira nada parece lo que es y cada uno tiene una historia y un destino que poco a poco va saliendo a la luz y demuestra que las vidas no son un línea recta sino un camino lleno de curvas, marchas y contramarchas, frustraciones y deseos. En ese rico mundo de personajes Carola Reyna interpreta a Leonor, la cuñada de Alberto Muzzopappa (Dady Brieva), un rol difícil al que la actriz le saca el jugo al milímetro y que cada día crece más, abriendo la puerta de sus enigmas y poniendo en vilo al espectador, quien cada vez quiere saber más de esa mujer remilgada, sufrida pero deseante y celosa, con una hija que es un espejo de sus conflictos. Con este papel Reyna se distanció de sus trabajos anteriores y cuando lo aceptó sabía el riesgo: "El personaje de Leonor podría haber sido un plomo total, pero me di cuenta de que había que buscarle sus posibilidades".
Leonor es la viuda del hermano mellizo de Alberto Muzzopappa. Después de la muerte de su marido, se quedó con su hija en la casa del cuñado y hoy está o cree estar enamorada de él, aunque no puede romper el clima de camaradería que le brinda Alberto, quien ni se da cuenta de los sentimientos de su cuñada. Por eso Leonor mantiene la ambigüedad con un muchacho que está "loco" por ella y la sigue a sol y sombra. Mientras tanto, se preocupa por su hija (Dolores Fonzi), una adolescente con problemas de aprendizaje y de concentración, que evidentemente dejan traslucir conflictos afectivos, en una historia que la tira anuncia y en algún momento seguramente desarrollará.
-¿Cómo estás con "El sodero"?
-"El sodero" es una alegría enorme en un año muy dificultoso para el país. Lo tomo como un premio. En un lugar donde se la pasa muy bien, además de gustarle a la gente y tener buen rating.
-¿Sentís que tu personaje se hizo un lugar?
-En Pol-ka hay mucho lugar para el actor y debe tener que ver con que Adrián Suar es actor. Le doy cierta vuelta de tuerca a la composición del personaje. En la productora están muy organizados, hay un clima bueno. Ellos tienen una manera de producir que les funciona muy bien, además está lleno de buenos actores.
-Venís de hacer unitarios con otra exigencias y otros objetivos, ¿qué descubriste en la tira?
-"El sodero" no es una tira convencional, donde está todo pautado. Acá se arranca con una idea, algunas definiciones en cuanto al clima y los mundos de los personajes y algunos nudos centrales. Después, los personajes largamos como si fuéramos muchos autos juntos pero no llegan todos al final de la carrera. Eso tiene algunos riesgos que yo prefiero tomarlos y correrlos. Por momentos la historia puede tener altibajos porque justamente están buscando a ver por dónde es la cosa, pero cuando la pegan es genial. Es siempre mejor que la vieja estructura de la telenovela donde estaba todo armado.
-¿Te importa que las historias que suceden en "El sodero" sean creíbles?
-Yo juego a que todo lo que hacemos me cierra, además los que escriben las historias son otros, no es mi tema, no me hago cargo, yo tengo que actuar. Es claro que el mundo que inventaron con la sodería funciona. Después hay matices, hay cosas que me causan gracia o que me parecen más ridículas que otras.
-¿Eso hace a la posibilidad de actuarlo de mejor o peor manera?
-Todos los actores decimos en algún momento "¿cómo puede ser que ella vaya a tal o cual lugar?, ¡que pavada!". Incluso si me encuentro con los autores puedo comentarles sobre alguna situación que no me haya cerrado demasiado. Esto no implica que mi esfuerzo por actuar esté supeditado a lo que escriben los autores, ni que me interese en interferir en el trabajo de los otros.
-¿Es una queja?
-Si querés buscarle al quinta pata al gato, se la podés encontrar. Yo no tengo nada de que quejarme.
-¿Te sorprendió que te propongan hacer un personaje como Leonor?
-Cuando me contaron el personaje que me tocaba, realmente pensé que el physic du rol no tenía nada que ver conmigo. Buscaban una mujer gris, sometida y sufrida, madre de una adolescente, y yo les pregunté: "¿Por qué pensaron en mí?". Me dijeron que querían una actriz con luz propia, de lo contrario el personaje de Leonor podría haber sido un plomo total.
-¿Y ahora la querés?
-Es de una gran fidelidad y tiene una necesidad de amar gigantesca, además es una mujer muy fuerte.
-Tus trabajos hasta ahora tuvieron que ver con personajes de mujeres liberadas e intelectuales.
-Sí, y psicoanalizadas. En cambio esta mujer, Leonor, no tiene nada de intelectual, es el barrio, la intuición y lo primitivo en el buen sentido.
-Alguna vez definiste el encuentro con Dady Brieva como el encuentro entre dos culturas, ¿cómo te llevás hoy con él?
-Estoy aprendiendo mucho de él. Dady encaró la carrera desde otro lugar, tiene otros orígenes. No está plantado en ningún discurso. En cambio yo venía catalogada como actriz de "cierto prestigio", pero hoy en día el prestigio se devaluó con el riesgo país, ya no se cotiza muy alto como en otros tiempos. Por suerte me dí cuenta de eso y no me quedé pegada a algo que era en el pasado, porque sino hubiera perdido el tren. Ahora cuentan otras cosas, ya no van más ciertas valoraciones de los trabajos realizados, de los antecedentes.
-¿Sentís que hoy tener una fuerte formación en teatro se ignora?
-En una época haber actuado con directores importantes como Carlos Gandolfo, Agustín Alesso, Lautaro Murúa, actores como Alfredo Alcón, Federico Luppi, Inda Ledesma, tenía mucho peso, era importante. Hoy en día... no sé.
-Hoy en día lo importante parece trabajar con Adrián Suar.
-(Risas) Hoy hay que estar, hay que figurar, más que antes.
-¿Hubo un corrimiento de tu lugar como actriz?
-Creo que se ha corrido todo, es así. Y eso no está ni mal ni bien. Por ejemplo, a mi hijo a veces le pongo una vieja película de James Bond, porque me parece que no la puede dejar de ver y luego caigo en la cuenta de que resulta un plomo. Sucede que muchos tenemos el ojo hecho a algo que se modificó. Si me siento a ver viejas películas de Bergman no estoy segura que me emocionen como en otro tiempo.
-Ahora las vibraciones se juegan en "El sodero".
-Para mí Dady Brieva, con su energía, su manera de encarar el trabajo, su inteligencia enorme aunque no sea un intelectual, su intuición gigante, me provoca mucha agilidad.
-Leonor tiene una hija adolescente, eso te ubica en un rol de madre como decías antes, ¿cómo lo abordaste?
-No fue fácil, porque es la primera vez que tengo una hija adolescente en la tele, pero la buena onda que tengo con Dolores Fonzi me ayudó mucho y se nos hace divertido.
-¿Cómo te llevás con la televisión en tanto entretenimiento?
-No soy teleadicta, no veo cualquier cosa. Me gusta cuando elijo algo. Pero no quiero ponerme a criticar todo lo que no me interesa de la televisión, incluido Gran Hermano, que no lo veo, no me interesa. Tal vez esté cubriendo algo que hace falta, o será una moda, o la gente que lo mira tiene la cabeza quemada, la verdad no lo sé. El lugar que tiene hoy, luego se va a ir acotando.
-Estar en una tira en horario central, ¿te provoca curiosidad por las mediciones y la suerte comercial del programa?
-No soy muy buena para eso. Yo no veo a Tinelli así que no conozco los secretos de los grandes fenómenos de audiencia que funcionan desde hace muchos años. A mí me gusta más Woody Allen que Godzilla pero no le va mejor a Woody Allen que a Godzilla.



Carola interpreta a la cuñada de Dady Brieva.
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