Año CXXXIV
 Nº 49.207
Rosario,
lunes  13 de
agosto de 2001
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El bailarín dijo que su ballet es un compromiso con la sociedad
Maximiliano Guerra: "Sé que soy un ser humano más"
Habló de su pasión por la danza y también se refirió a su segundo amor: el fútbol

U. G. Mauro

"Me cansé de que todo pase por la importación y exportación en el Mercosur. Que todo sea la bolsa y la plata... ¿y la cultura de Sudamérica? La unión europea se construyó uniendo por abajo la cultura y de hacer orquestas con músicos de muchos países", expresó el bailarín y coreógrafo Maximiliano Guerra durante la entrevista que concedió a Escenario.
Guerra se pronunció sobre aspectos como la creatividad en materia de coreografías, y explicó el origen de su pasión por la danza, un amor seguido por el del fútbol.
-¿Hay alguna razón en particular por la que hoy hay tantos argentinos entre las figuras más importantes de la danza del mundo?
-En esa lista nos ponen a Julio (Bocca) a Iñaki Urlezaga y a mí, pero hay que citar a Paloma Herrero, Marcela Goicoechea... La Argentina tuvo nombres como Olga Ferri, Liliana Belfiore, Jorge Donn... Tenemos una escuela importante y talento físico. Los argentinos sabemos comunicarnos con el cuerpo y tenemos una alimentación natural. Eso tiene mucho que ver: buena escuela, ganas de bailar y calidad muscular se conjugan bien.
-Siempre hacés referencias al fútbol ¿qué importancia tuvo en tu vida?
-El fútbol no estaba tanto en mi corazón sino hubiese seguido jugando. Soy de Almagro, y el fútbol sigue siendo mi segunda pasión. Jugaba de 8 o de 9. Vivía en un departamento de dos ambientes con un living donde dormíamos, mi hermana y yo, en un sofacama. Ahí había un piano con el que laburaba mi viejo. Todo era chico y yo necesitaba hacer algo físico y jugaba al fútbol. Un día siendo pibe salgo de una clase de natación y veo un salón donde todos saltaban al compás del piano. Algo me tocó muy profundamente esa vez.
-Por ser un tipo de barrio y futbolero ¿sufriste los prejuicios que existen contra los bailarines?
-No. A mí no me tocó. Provengo de una familia de artistas y había una contención muy grande. Además, a los 10 años, no se tienen prejuicios y ni siquiera se sabía qué era un homosexual. Seguí bailando y jugando al fútbol por tres o cuatro años más y viví una adolescencia normal saliendo a buscar chicas con los muchachos del barrio. Llamaba la atención como siempre que no se conoce algo. El no conocer un ambiente te lleva a calificarlo mal por uno o dos que ves.
-¿En qué se diferencia nuestro país de los grandes centros de la danza?
-Nosotros tenemos un talento y una escuela muy especial, no tenemos la formación única de la escuela rusa, por ejemplo, sino que mezclamos y tenemos ductilidad para cosas diferentes. Me animo a decir que hoy el ballet argentino está mejor que el ballet ruso ya que ellos están en una crisis muy grande tras la caída del Muro de Berlín.
-¿Se puede decir que sos un tipo de bajo perfil?
-Trato, pero ustedes los periodistas no me dejan. Soy un artista y puedo ser un divo arriba del escenario, pero el escenario está a un metro sesenta sobre la gente y cuando te bajaste quedás a la altura de los demás, y pisás las mismas baldosas que los otros y esto es un poco una filosofía que adopto para estar en contacto con el mundo y sé que soy otro un humano más.
-¿Qué concepción te llevó a hacer un ballet con gente del Mercosur?
-Creo estar bastante comprometido; no políticamente pero sí creo en el compromiso del artista con la sociedad. El problema es la falta de trabajo de los chicos de las escuelas de Latinoamérica que no tienen adónde ir. Tenía ganas de hacer algo sobre eso y ahora es el momento.
-¿Cómo es el proceso de creación de una coreografía?
-Lo primero que me pasa es que escucho cierta música y ya me imagino los movimientos que les pondría. Esos movimientos mandan un mensaje. Eso es lo que tenés que escribir y a partir de allí tenés que elaborar cómo contar este mensaje. Esa es la tercera etapa, donde te sentás a escuchar 10.000 veces la música para organizar y la cuarta es cuando te ponés en el estudio a pasarles los movimientos a los bailarines.
-¿Las reacciones del público ante una misma coreografía son iguales en todas partes?
-Y...no. A veces pasan cosas curiosas. Nosotros creamos, por ejemplo, "By Pass" en homenaje la doctor René Favaloro, pero por alguna extraña cuestión, cuando hace unos días la presentamos en Italia percibimos que la gente la asociaba en cierta forma con lo que había ocurrido en Génova con la Cumbre de los Ocho.



Dijo que la prensa no lo deja tener perfil bajo.
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