Génova. - El debut del presidente George W. Bush en la cumbre coincidió con la tragedia de la primera víctima del "pueblo de Seattle", después de casi dos años de manifestaciones antiglobalización. Sin embargo, en sus comentarios, la Casa Blanca subraya la coincidencia entre las posiciones de Bush y las conclusiones de la cumbre sobre economía internacional, la ayuda a los países más pobres y la lucha contra el sida, además de hablar de "liderazgo" norteamericano. La primera reacción del presidente norteamericano ante los incidentes de Génova se produjo al final del día. Informado, no se sabe por quién ni cómo, de la violencia y de la muerte de un manifestante, Bush "lamentó el incidente, consideró las heridas a agentes y manifestantes deplorables y juzgó la muerte de un manifestante como un hecho trágico". Sin embargo nadie habló de modificar los trabajos y la orden del día. Bush tuvo la impresión de que la reunión se desarrolla bien y, en cuanto a las protestas, el presidente piensa que "los enemigos de la globalización y de la liberalización no son amigos de los pobres". La primera jornada de la cumbre genovesa marcó precisamente progresos de su receta antipobreza en cuatro puntos: reforma del Banco Mundial, para que conceda más donaciones y menos préstamos a los países más pobres, lanzamiento de un fondo antisida y otras enfermedades de más de mil millones de dólares y la iniciación de un acuerdo entre ricos y pobres basado en el buen gobierno, el mutuo respeto y la recíproca responsabilidad. Los documentos de la Casa Blanca pusieron en evidencia el liderazgo norteamericano en el fondo global contra las enfermedades. También se insistió sobre el origen norteamericano de las propuestas de reforma del Banco Mundial y de la valorización del Fondo Monetario Internacional para la prevención de las crisis. En la interpretación norteamericana, EEUU es líder en buscar nuevos impulsos para la economía internacional y relanzar el crecimiento. Algunos atribuyen a Bush, en el debate entre dirigente, la afirmación de que "lo peor ha pasado", en la situación de la economía norteamericana, en contraste con los temores expresados por el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Sin embargo, un alto funcionario de la Administración no confirmó esa palabras.
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