Las entradas para presenciar pasado mañana la segunda final de la Copa Libertadores de América entre Boca Juniors y Cruz Azul de México quedaron agotadas en la tarde de ayer, después de que la mayor parte de las diez mil personas que se acercaron hasta Casa Amarilla consiguió retirarse ticket en mano y un par de centenares de los últimos tramos de la fila regresaron con las manos vacías. El control policial llevado a cabo en un celoso operativo por personal de la seccional 24ª había separado poco antes de conocerse el anuncio de "no hay más localidades" al grupo trasero de la cola, para aislarlo y prevenir disturbios posteriores. Una vez conocido ese anuncio, la policía procedió a desconcentrar a los frustrados compradores, conduciendo de regreso por la intersección de las calles Palos y Villafañe a quienes volvían en orden, lentamente y malhumorados, en algunos casos entonando estribillos cuestionadores al presidente Mauricio Macri. Debido al extraordinario flujo de público formando filas ante las ventanillas (algunos compradores habían acampado allí desde la noche anterior), las boleterías se abrieron antes de las 10 de la mañana (horario anunciado) para poner en venta diez mil localidades para no socios y mil más para asociados, sin entregar más de una por persona. Paralelamente, pudo constatarse ayer que las localidades para el megapartido del jueves llegaron a venderse ayer a razón de 350 pesos las plateas bajas y 100 las generales, según se ofrecían a través de las agencias que publicaron distintos avisos en diferentes medios.
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