Año CXXXIV
 Nº 49.145
Rosario,
martes  12 de
junio de 2001
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Una jornada plena de dramatismo

A favor de la condena

Partidarios y opositores de la pena de muerte se congregaron en la prisión donde fue ejecutado Timothy McVeigh. Los manifestantes llevaban carteles que decían "Recuerden a las víctimas", "No vivirás después de matar" y otros sencillamente "168", el número de muertos que causó la bomba colocada por McVeigh en Oklahoma City en 1995.
Sólo unos 20 partidarios de la pena de muerte abordaron los primeros autobuses desde un parque municipal hasta el lugar de la manifestación. Los adversarios llegaron en autobuses desde otro parque municipal. Guardias uniformados de la prisión patrullaron los predios que separaban ambos grupos. Las autoridades correccionales se habían preparado para millares de manifestantes. Pero en las primeras horas de la mañana apenas había 140.

En contra de la pena
Del otro lado de la cerca anaranjada, a unos 350 metros de distancia, un contingente mayor de 120 adversarios de la pena capital se sentaron sobre fardos de paja, algunos portando cirios incrustados en cajas de cartón de leche vacías. Más de la mitad de los adversarios formaron un círculo e iniciaron 168 minutos de silencio, uno por cada una de las víctimas del ataque dinamitero en Oklahoma City.
No sólo en Estados Unidos se condenó la condena a muerte de McVeigh. Un importante grupo católico italiano condenó la ejecución, a la que catalogó de "barbarie inútil", agregando que era una acto denigrante para una sociedad democrática como la de Estados Unidos. "La ejecución de Timothy McVeigh ha puesto una vez más de moda la pena de muerte y arriesga más que nunca el mínimo umbral de la civilización de nuestras democracias", expresó en un comunicado el grupo denominado Comunidad Sant'Egidio que es de los que luchan porque esta sentencia deje de tener vigencia en el mundo.

Rostros del dolor
Los familiares de las víctimas y sobrevivientes del atentado expresaron desahogo tras la ejecución. Algunos familiares y sobrevivientes presenciaron la ejecución en un circuito cerrado de televisión. Otros fueron al parque que recuerda a las víctimas. La ejecución fue mostrada a 232 sobrevivientes y familiares en el Centro de Transferencias Federales, donde una gran pantalla de televisión fue instalada.
En Oklahoma City, Larry Whicher, quien perdió a su hermano Alan, de 40 años, consideró: "Pienso que Alan estaría satisfecho, no por la muerte de Timothy McVeigh, sino por la fortaleza y justicia que esta nación ha mostrado en conjunto".
"Creo que vi hoy la cara del mal", dijo Kathy Wilburn, cuyos nietos Chase y Colton Smith, de tres y dos años respectivamente, murieron en el ataque del 19 de abril de 1995. Karen Jones, quien perdió a su esposo Larry, de 46 años, dijo que McVeigh "nos dio esa misma mirada que me hace pensar que obtuvo lo que quería".

La vigilia
Mientras mucho esperaban el momento de la ejecución fuera del presidio, McViegh siguió su ritual para esperar la muerte. A pedido del condenado, ningún miembro de la familia de McVeigh llegó a Terre Haute para la ejecución. Las autoridades de la prisión dijeron que el condecorado veterano de la Guerra del Golfo Pérsico pasó el domingo escribiendo cartas, durmiendo, viendo televisión y en reuniones con sus abogados Nigh y Chambers.
McVeigh recibió su última comida a las 13 del domingo que remató con un helado. Fue transferido de su celda a otra de aislamiento a las 5,10 de la mañana del domingo. "Pudo ver el cielo y la luna por primera vez en muchos años", señaló Nigh. El letrado agregó que el reo durmió algunas horas la noche del sábado y tenía planeado hacer lo mismo antes de la ejecución.


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