En los círculos cercanos a Carlos Resta se cuentan numerosas anécdotas, muchas impublicables, sobre su personalidad. En la charla con Escenario, el actor confirma involuntariamente algunas de ellas, que lo ratifican como un actor alejado del habitual clisé del artista que se difunde desde los medios o que los propios actores cultivan. Nacido en Córdoba y Ovidio Lagos, Carlos Resta se crió en Juan José Paso y avenida de Circunvalación, en un lugar en el que, según el actor, "hagan lo que hagan nunca fue ni será Fisherton, pero al que le dicen Fisherton". "Después tuve varios desarraigos barriales por el lomo. Soy un tipo de barrio que hoy vive en el centro, en una zona que encima no me gusta para nada", declaró. Los códigos de Resta son curiosos: "Soy mozo de una pizzería -dijo-. Y en dos años ya corrí a seis o siete choros. Me molestan mucho los choros sin dignidad. Conozco varias historias de ladrones por los que me pongo de pie y me saco el sombrero. Ya sé que nadie debe robar, pero a los choros que le roban a un jubilado, a una viejita que le arrebatan la cartera a una mujer para sacarle cinco mangos los corro y los agarro". Ante la pregunta sobre el destino de los ladrones que captura, Resta, que en "Noche de ronda" interpretó a un asaltante, indicó: "Los corro, los agarro, hago que devuelvan lo que robaron y, si alguno se me retoba mucho, lo fajo, pero no los llevo a la cana porque no soy botón". Otra debilidad de Resta es el rugby. "lo jugué desque que era chico. Me metí en eso por un amigo que me invitó. Estaba en Duendes. Tenía 15 años. Empecé un jueves y el domingo debuté. No hacía falta mucho para que te pusieran a jugar: había que ser valiente para tacklear a un tipo y tener un poco de velocidad. Empecé de wing y terminé de inside y ahora me dedico a entrenar chiquitos de las divisiones inferiores".
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