Año CXXXIV
 Nº 49.142
Rosario,
sábado  09 de
junio de 2001
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Uno de los intérpretes rosarinos de proyección nacional dijo que confía en la intuición
Carlos Resta: "Temo que por pulirme me ponga turbio"
El actor, protagonista de "El asadito" e "Ilusión de movimiento", dijo que no quiere estudiar actuación

U.G.Mauro

Carlos Resta no se la cree. Y, sin embargo, el actor rosarino, a quien sus amigos llaman "Carloncho", admitió: "A mí no me fue mal. Todavía no puedo vivir de la actuación porque no tengo una continuidad de laburo, pero después de hacer varias películas y un largometraje como protagonista junto a Darío Grandinetti debo confesar que me siento hecho".
En diálogo con Escenario, el protagonista de "El asadito", de Gustavo Postiglione, e "Ilusión de movimiento", de Héctor Molina, insistió con que se siente "un afortunado paracaidista", pese a que sus actuaciones en cine recibieron alentadores comentarios no sólo en su ciudad sino también en Buenos Aires.
-¿Cómo llegaste a la actuación?
-Si mal no recuerdo, fue allá por el 86 o el 87, más o menos. Fue por una inquietud de Héctor "Nene" Molina, que una noche en un boliche me propuso trabajar en una película. Ahí nomás le dije que sí, aunque nunca había hecho nada de eso y ni tenía idea de qué se trataba.
-¿Y por qué aceptaste?
-Porque yo en primera instancia le digo que sí a todo y después voy descartando.
-¿Qué película era?
-"Noche de ronda", una película basada en una historia real, con guión del Nene y (Adrián) Abonizio. Yo hacía de asaltante y trabajé con Marisa Dippe, Antonio Postiglioni y otros que ya ni me acuerdo....
-¿Qué recordás de la experiencia?
-Que me generó ansiedad. Me la pasé hinchando las pelotas queriendo saber qué tenía que hacer. Molina me pedía que no me entusiasmara tanto porque primero íbamos a hacer una prueba y, si la cosa andaba, recién me iban a dar el protagónico. La película se estrenó en el 88 y anduvo muy bien en el circuito cinematográfico independiente. Obtuvo un premio del público y a mí me dieron un premio como mejor actor provincial o algo así... Nunca me olvido que, después de la prueba de video que hicimos, Molina apagó la cámara y dijo: "Ustedes ya hicieron la película".
-¿Qué es hoy para vos un actor?
-Para mí siempre fue alguien con condición de muy buen observador. Creo que Molina supo rescatar de mí esa facilidad que tengo de imitar a uno u otro. Eso fue lo valioso que vio en mí. Una vez me dijo: "Si vos no andás en esto, no es culpa tuya sino mía, ya que soy yo el que apuesta por vos. Al fin y al cabo, vos no sos del palo del arte, no tenés nada que ver". Y era verdad. Nosotros éramos amigos y yo repartía hielo con su padre, Lito. El me sabe llevar, me me conoce bien y me sabe tener al trote.
-¿Alguna vez estudiaste actuación?
-Antes nunca estuve vinculado a nada de esto; lo único (risas) que de pibe se me cruzaba por el mate que me quería parecer a 007 y que me gustaba hacer lo que hacían los actores.
-¿Sentís alguna necesidad de perfeccionarte, ponerte a estudiar teatro o algo por el estilo?
-Sinceramente, no. A partir de conocer en estos últimos tiempos a gente del ámbito de la actuación percibí que hay muchos que se pasaron la vida tratando de llegar y sé que yo soy un paracaidista, un afortunado en hacer lo que hice sin ninguna preparación. Lo que me preocupa es que si yo me ejercito, me preparo, me pulo, ¿podré seguir siendo esto que soy?, porque por ahí haciéndolo me embarro, me empiojo. Tengo miedo de que por pulirme me ponga turbio.
-Tantas novedades en tu vida te habrán obligado a un balance...
-A mí no me fue mal, pero hoy todavía no puedo vivir de esto porque no tengo una continuidad de laburo, pero haber hecho películas, un largometraje como protagonista con Darío Grandinetti es como que ya estoy hecho.
-¿Pero no pensás vivir de la profesión de actor?
-Sí, seguro que si puedo sí, me encantaría; pero también creo que mucho de lo que dicen que soy a nivel actoral y lo que me reconoce la gente se lo debo a Héctor Molina. No se si con otros directores andaría bien. Aunque ya hice algunas cosas con Néstor Zapata o con Gustavo Postiglione, por ejemplo, siento que ellos descansan en el trabajo que conmigo hizo Molina.
-¿Qué sensación te queda cuando se estrena una de tus películas?
-Puntualmente, siento que todo lo que empiezo es la primera vez que lo hago. Me pongo nervioso, me inquieto. Nunca lo puedo dominar. Siempre me siento en un eterno empezar.
-¿Qué hacés para vivir?
-Soy mozo de una pizzería.
-¿Tu trabajo te sirve para extraer elementos para tu labor actoral?
-No está bien que lo diga, pero si me puedo llamar actor es gracias a la calle, a los trabajos que hice y hago. De noche, todas las mujeres son lindas, los gatos son pardos y las situaciones, interesantes, pero de día también. En la pizzería en la que laburo pasan cosas tan ricas y risueñas... son cosas que si uno las quiere crear, ponerse a imaginarlas, no le salen tan bien, y como esas cosas me divierten mucho, las incorporo.
-Todos los roles que cubriste en cine fueron duros o dramáticos, pero ¿te gustaría interpretar personajes más divertidos?
-Creo que podría, porque la gente se ríe mucho de algunas cosas que hago. A veces, cuando da para improvisar, meto alguna de esas cosas en mis parlamentos, y la verdad es que la risa salta cuando corresponde. Hasta ahora siempre se ha dado una comunicación entre el público y los personajes que me tocaron interpretar, que pueden ser duros, marginales, atorrantes, pero que siempre tienen esa frescura, esa impronta, la misma postura que yo tengo ante la vida.
-¿Te cuesta aprenderte tus partes?
-No mucho, pero confieso que me sigue molestando estudiarlos. Todo depende de con quién los actuás. Calculá que yo tuve la suerte de trabajar con un profesional como Darío Grandinetti con el que es imposible no hacer el gol. Es como si (Diego) Maradona juega para vos. Si no hacés el gol andate, porque él te la va a dejar en la punta del botín y te va a decir "hacelo". Si la tirás por encima del travesaño, andá para la ducha. Esto es lo mismo. También laburé con monstruos como Tito Gómez y Raúl Calandra.
-¿Sos de los que respetan rigurosamente el guión o le metés tus condimentos?
-Yo hablo con los directores que me tocan para que me dejen decir lo que sea a mi manera y hasta ahora he tenido la suerte de que aceptaran mi propuesta. Debe ser porque al no tener una carrera o un ejercicio profesional, lo mío es más espontáneo que lo que ellos pensaron. Por ahí, cambiando una frase o una palabra, me parece que uno puede enriquecer más la cosa. Pero no siempre es fácil hacerlo porque a veces no coincide lo que pienso yo con lo que piensa el director.
-¿Ya empezaste a ganar dinero con la profesión de actor?
-Yo ya pasé la etapa de colaborar, pero si alguien me llama no le voy a negar la ayuda a nadie.



El cine aún no da para vivir y Carloncho trabaja de mozo.
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