Año CXXXIV
 Nº 49.131
Rosario,
martes  29 de
mayo de 2001
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Azúcar y violencia
Cali cambió el paraíso por la locura de la guerra

Mario Candioti

El viejo libro del hotel Aristi rescata una frase sobre Cali para tener en cuenta: "Es uno de los pocos lugares en el mundo donde es posible detener a cualquier transeúnte para preguntar la hora, sin temor". Hoy Cali parece otra. Colombia toda es otra. La violencia es moneda común y está a la vuelta de la esquina. El paisaje típico del vendedor de chontaduros ha sido reemplazado por los retenes militares que detienen automóviles y requisan a sus ocupantes como en aquellos viejos tiempos de la dictadura.
Los atentados dinamiteros con coches bomba, que han dejado hasta el momento un saldo de trece muertos y centenares de heridos, son el producto de los enfrentamientos entre la guerrilla de extrema izquierda llamadas Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y grupos de narcoterroristas que buscan reinsertarse en el nuevo esquema de poder, como La Terraza, grupo que en su momento respondió al líder del Cartel de Cali, Pablo Escobar Gaviria, muerto en un enfrentamiento con la policía.
Hoy Cali no escapa al temor diario de su gente, que trata de disimular su angustia con su amabilidad permanente. Y el fútbol no escapa a ese temor. Días atrás, cuando un artefacto explosivo estalló frente al hotel Torre de Cali, el defensor argentino Cristián Díaz, que esta noche enfrentará a Central por la Copa, amagó con abandonar el país debido a que se le hacía muy difícil soportar esa situación. La posibilidad de atentados llegó incluso a hacer que para esta noche se reforzara la cantidad de efectivos en el Pascual Guerrero.
Hoy por hoy, tanto en la capital del valle del Cauca, capital de la salsa como gustan llamarla los caleños, el fútbol y la violencia son temas que van de la mano, como la desocupación y los mensajes optimistas del presidente Andrés Pastrana.

Fe en la Copa América
Mientras el mundo futbolero del continente busca por todos los medios desentenderse de esta Copa América que Colombia quiere organizar a cualquier precio, la gente común está ilusionada y confía en que no va a pasar nada. Es más, la Copa América será su gran orgullo y a eso apuestan. Incluso influyentes sectores del periodismo, tal cual lo refleja la columna del diario El País de ayer firmada por su editor deportivo Rubén Valencia.
También Central estuvo influenciado por este marco. La delegación optó por hacer un vuelo vía ciudad de Panamá por cuestiones de practicidad, pero también porque de ese modo evitaban pasar por Bogotá. Y el hecho de que los jugadores tengan prohibida la salida del hotel habla a las claras de que no se quiere dejar nada librado al azar. O a la posible violencia.
Así está Cali, la tierra azucarera y de la gente amable. Aquí sufre el fútbol y la gente. La gente y el fútbol, para hacer un acto de justicia.


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