Como la mayoría de los chicos a los que les gusta jugar al fútbol y es de Rosario, siempre quieren jugar en Central o en Newell's. Y como éste pibe era un centralista de pura cepa, a los 15 años fue a probar suerte al club de sus amores. Hasta que un día le llegó el esperado fichaje. Así comenzó a escribir su rica historia Ariel Rubén Cuffaro Russo con el pueblo canalla. -¿Qué representó para vos el campeonato logrado en el torneo 86/87? -Fue muy significativo, es más, nos marcó a varios jugadores para siempre. Aquella formación todavía sigue vigente en la memoria del hincha. Ese plantel era una máquina. -¿Qué significa don Angel en tu vida? -Es como mi segundo padre. Un sabio del fútbol. Para mí es el mejor de todos. Recuerdo que después de haber salido campeones hubo una sangría de jugadores importantes y don Angel promovió a un montón de pibes, como Tapita García, que a pesar de que la gente lo insultaba, era quien en realidad nos hacia ganar los partidos. Y don Angel siempre lo bancó, porque sabía lo que daba Tapita. El viejo siempre apoyó a muerte a sus jugadores. -¿Cómo es el hincha de Central? -Es un apasionado. Y mirá que jugué un montón de clásicos con varias camisetas. Pero estoy convencido de que ningún hincha es como el de Central. Lo que te hacen vivir y sentir, es algo inigualable. La pasión que tiene es incomparable. -¿Cuál fue tu peor partido? -Jugando para Gimnasia y Esgrima de Jujuy ante Independiente. Nos pegaron un baile bárbaro pero le terminamos ganando 1 a 0. Me acuerdo siempre de aquel partido porque llegamos hasta cagarnos de la risa porque no la podíamos ni tocar. -¿No te gustaría dirigir a Central? -Me encantaría pero prefiero disfrutar el presente. En estos tiempos uno no sabe lo que le puede deparar el destino. Pero lógicamente me gustaría ser alguna vez el técnico de Central.
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